Milei y “la falacia del hombre de las paja” (sic)

Por Daniel Gray
Milei ya está en modo Alberto Fernández. Alguien le debería quitar el teléfono celular o al menos impedir que siga escribiendo tuits dignos de un personaje de los Monty Phyton. O peor, de Alberto Olmedo. Ataca a seres imaginarios, niega sus propias afirmaciones y olvida lo que le conviene olvidar.
La llegada de Javier Milei y su troupe libertaria a la presidencia de la nación fue una anomalía del sistema político. El intento esforzado de Alfredo Leuco, Eduardo Feinmann, Jonatan Viale, Luis Majul, Esteban Trebuq y Pablo Rossi consistía en tratar de mostrarle a la sociedad que Javier Milei era una persona capaz de llevar adelante la primera magistratura con capacidad y solvencia. Que sus arrebatos, sus gestos extemporáneos, sus insultos sin límite eran la muestra de un carácter apasionado por la fuerza de sus ideas. Pero la sucesión de incontinencias discursivas de estos días deja en claro que Javier Milei cuestiona la democracia y pone en peligro la paz de la sociedad argentina. Los dirigentes de su partido y sus seguidores fanatizados se radicalizan en las redes y los niveles de enfrentamiento no encuentran techo.
En su publicación en X del domingo Milei intentó defenderse y contraatacar frente a las críticas por justificar el saludo romano de Elon Musk, por acusar a los homosexuales de pedófilos en su discurso en Davos y por los insultos sueltos que estuvo dando en estos días. Mantiene una certeza que hizo explícita en Davos: Milei cree que es el centro del universo y que lo que dice y siente debe ser considerado por todos los que él cree que lo escuchan. El presidente comienza su texto diciendo “Hace unos días nos paramos en el estrado del Foro de Davos y le dijimos en la cara a las élites globales que la ideología que hace décadas pretenden imponerle al mundo nos está condenando al fracaso”. El “nosotros abarcativo” que utiliza para nombrarse incluye a todos los que están de acuerdo con los conceptos ideológicos que expresó en Davos.
Pensadores como Agustín Laje y Nicolás Márquez y políticos tan representativos como su hermana Karina, su asesor preferido Santiago Caputo y su delfín Agustín Romo forman parte de ese “nosotros”. El presidente supone que las “élites globales” estaban atentas de su palabra flamígera y que cuando lo escucharon temblaron por el temor de haber sido descubiertas en sus malignos planes. Narrar la realidad como si fuera una película de superhéroes es parte del imaginario libertario, este es el límite de sus esfuerzos intelectuales y literarios.
Milei escribe: “escudados en buenas intenciones y discursos bien pensantes, pretenden imponer una agenda cuya única consecuencia es la expansión infinita del Estado; y en consecuencia, la muerte de la libertad.” La pregunta es “¿de quién habla?”. Quiénes son los que quieren un “estado infinito” ¿“las buenas intenciones y los discursos bien pensantes” son escudos de seres malignos? Y finalmente “la muerte de la libertad” sería algo así como… ¿qué?
Y continúa: “La respuesta que tuvimos de las élites globales y locales fue tildar a Elon Musk de nazi (falacia ad hominem)”. ¿Dónde fue que las élites globales dijeron algo? Una respuesta posible es en los medios de comunicación. Lo hicieron periodistas, políticos y personas del común. Millones de personas tenías algo que decir de es extraño saludo. Y fueron tantos porque el propio Musk es la verdadera élite global, con el poder de su dinero y su relevancia política y comunicacional. Lo que muchos dijeron en todas partes es que Musk había saludado el triunfo de Trump con un gesto que recordaba al saludo nazi y eso causó extrañeza y estupor. Porque si esto se lo relaciona con sus declaraciones racistas y xenófobas y con el aporte de campaña y el apoyo explícito que Musk hizo a Alternativa por Alemania (el partido de extrema derecha alemán) existe la clara posibilidad de que el principal millonario del mundo simpatice con estas ideas.
Y sigue: “y acusarnos de decir cosas que no dijimos (falacia del hombre de las paja)” (sic). El lapsus linguae del presidente es atendible. Todos vimos hasta el hartazgo sus alusiones sexuales para describir situaciones o insultar. No hace falta repetirlas acá. El nombre correcto de la falacia es “hombre de paja”, pero al presidente se le escapa un artículo que transforma la falacia hacia una noción diferente “el hombre que se masturba”. ¿Quién será ese hombre?En ningún momento el presidente dice en qué consisten, y cuáles fueron, las cosas que no dijo y se le adjudicaron. En todo caso el discurso de Milei es una expresión de su autosatisfacción intelectual. Goza con sus propias palabras.
Con argumentos de campaña electoral Milei presenta el límite a partir del cual él y los libertarios van a dejar ser tolerantes, y por lo tanto van a pasar a la acción directa “Lo que no vamos a tolerar nunca, y lo que la sociedad ya no tolera más, es pretender imponer desde el Estado un trato desigual frente a la ley, con el único fin de obtener privilegios y seguir expandiendo el Estado del que los políticos ladrones roban.” El nosotros del ideal libertario, se extiende y se impone a toda la sociedad, para plantear algo que resulta imposible por su propia contradicción. Porque el presidente, como liberal libertario, jamás usaría la fuerza del Estado para provocar un trato desigual frente a la ley, o que los políticos del gobierno obtengan privilegios o sean unos ladrones. Recordemos que el presidente es el jefe de las fuerzas armadas y de seguridad del Estado.
Tal vez por eso va a afirmar con seguridad: “No nos conmueven sus actos de falsa indignación. No nos van a hacer sentir culpables de algo que no somos. No somos nosotros los que tienen que andar encubriendo actos de abuso.” Cuando se tiene la tranquilidad de poder ejercer el monopolio de la fuerza legítima no hay que hacerse tanto problema. Los que se tienen preocupar son otros, los que no forman parte del “nosotros libertario” y que por lo tanto ya están fuera de la sociedad y fuera de la ley.
Por esto termina su artículo con una amenaza a sus contrincantes: “a diferencia de ustedes, nosotros sabemos hacia dónde tenemos que ir para rescatar este país de sus garras. No se pongan en nuestro camino.” Y finalmente concluye con la consabida fórmula “Viva la Libertad, Carajo”. Esa Libertad de la que él es el seguro poseedor y resguardo. Cada vez más esta Libertad se reemplaza por el propio Milei. Algo así como “Viva Milei, Carajo”. Acompañado por el simpático saludo de Elon Musk.