10 de febrero de 2025

Seis Poemas Inéditos de Carlos Battilana

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Los fines de semana Narrativa Política se toma un descanso para ocuparse de la literatura y el arte. Para eso nos proponemos que la poesía, la pintura, la música y la prosa desplacen a las noticias, la política y su análisis. Un espacio para que la creatividad artística haga su tarea de darnos más y mejores instrumentos para pensar y comprender la realidad que vivimos día a día.

Daniel Gray

Hurlingham es una ciudad que nació con el desarrollo de los ferrocarriles británicos en Argentina. Su nombre es deudor de un deporte celta, irlandés. Hay clubes de rugby y de hockey y a esa ciudad llegó Luca Prodan escapando de la heroína. Luca vivió en la casa de Timmy McKern, ahí conoció a otros muchachos de Hurlingham y El Palomar. Comenzaron a hacer música, hicieron una banda y esa banda se llamó Sumo. En Hurlingham también vive Carlos Battilana. Nos conocimos hace muchos años, dábamos clases en los subsuelos de Ciudad Universitaria. No recuerdo nuestras conversaciones, pero supongo que serían sobre los que nos preocupaba o gustaba: la literatura, el lenguaje, la familia, la política. Carlos es amable, cordial, modesto, inteligente, sobrio. Su poesía es deudora de su mirada sobre las cosas y las personas y las acciones. Los instantes se detienen para hacerlos únicos, fatales, concluyentes. Esos instantes definen nuestras vidas, y Carlos los atrapa y los convierte en piezas de detalles preciosos. Las palabras que utiliza son simples y cotidianas, como los sucesos que muestra, pero las combinaciones y los silencios son extraordinarios. De este modo nos encontramos con todo lo que vamos perdiendo mientras la vida nos lleva por delante con sus urgencias, necesidades y obligaciones. La poesía de Carlos recupera la vieja tradición del poeta como vidente, del que ve más allá de las cosas, y del que ilumina con luz fuerte y recupera lo que estaba empañado, olvidado, perdido. Su trabajo, el resultado de su trabajo, es el de mostrar la firmeza que hay en la fragilidad de la existencia. Es esa firmeza insegura, un poco cobarde y temerosa la que nos recuerda que finalmente lo que hacemos es transitar la experiencia de estar vivos. Pero esto y por mucho más la poesía de Carlos Battilana es maravillosa, única e imprescindible.

Carlos escribió una breve presentación para los lectores de Narrativa Política

Nací en Paso de los Libres. Corrientes. A los 7 años vinimos con mis padres al gran Buenos Aires. Me mudé a la ciudad de Buenos Aires cuando estudiaba y trabajaba. Viví allí durante 16 años. Me mudé varias veces. Ahora vivo en Hurlingham. Publiqué libros de poesía, ensayos y textos críticos. Algunos títulos en poesía: El fin del verano (1999), La demora (2003), Materia (2010), Un western del frío (2015), Una mañana boreal (2018) y La lengua de la llanura (2021). La editorial Caleta Oliva publicó Ramitas (2018), que reúne parte de mis libros. Publiqué los ensayos El empleo del tiempo (2017), Actos mínimos (2022) y Primeras luces (2024). También escribí prólogos y textos críticos.

Me gustan muchos poetas y escritores de diversa procedencia. La experiencia de la lectura ha sido una forma de habitar el mundo. Mencionaré tres poetas que suelo releer: César Vallejo, Juan Manuel Inchasupe y Estela Figueroa.

Escribo por impulso. Como una forma de obtener oxígeno. ¿Qué me gusta? La vida. La poesía. Ir al cine. Leer, escribir. En este momento me importa y me preocupa la asfixia y el desfinanciamiento que el gobierno de Milei aplica en las universidades públicas. La crueldad y la ignorancia forman parte del programa gubernamental.

Gané una beca de investigación de la Universidad de Buenos Aires, hace muchos años, me permitió terminar la tesis de doctorado. También el Fondo Nacional de las Artes me ayudó para llevar a cabo investigaciones sobre revistas de poesía en la Argentina. Este año me otorgaron el premio Konex en poesía.

Poemas de Carlos Battilana

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Paseantes

                                                            a N.R.

Me mostrás el lado b de la ciudad

sus calles oscuras, el pasaje Rodney

en los alrededores

de la estación: y vemos

a un hombre desnudándose

en medio del humo gris

antes de dormir

-entre cartones-

como si una gasa de extraordinarios impulsos

lo iluminara.

Diagonal

la ciudad

sumergida en el hielo

aquel día

de julio

preparados

para la segunda parte del año

demoraste, un poco,

la conversación

no sabiendo

bien

del todo

si nos volveríamos a ver

tomaste mis manos

como esperando algo

y revolviste el contenido del café

sin la fuerza necesaria

que requiere

esa mínima labor

anochecía,

y te reíste, muy tristemente,

con la sonrisa

visible

de las que

por algún presentimiento oscuro

reconocen el comienzo

de un vendaval

El mes irreal

Ahora que las cosas no son tan sencillas

pienso -hincado en el suelo-

en la brisa suave del río

del último febrero

deslizándose

sobre las hojas y los árboles

pienso en la movilidad del agua

y también

por qué no

en palabras transparentes como

cielo

aire

viento fugaz.

Luz de invierno

Perros hambrientos

que entran a la playa

para correr

las olas

una y otra vez. Sin ninguna

analogía ni correspondencia

entre las cosas

veo el espectáculo

como si me olvidara de algo

que alguna vez comprendí.

Alucinación

Aún escribo

en esta habitación. El jardín

me acompaña

si miro el ventanal. Un pájaro

canta

luego de la lluvia. Ese instante

sonoro

debe ser la felicidad. Entonces disfruto

de algo

tan pleno.

Años así.

No pude mover siquiera un mueble

ni un libro

de este sitio

en el que estoy.

Todos estos libros

a cuestas

me han destrozado.

No sólo me han alimentado. Sobre todo

me han destrozado. Bien sé por qué.

Áspera mi voz

aún escucho cómo se prolonga

-finísimo-

el canto del pájaro.

Muevo entonces

esta mano

miro nuevamente el sauce

a través del vidrio

poco sé,

poco supe,

admito cada una

de mis ruinas, de mis oscuridades

pero apuesto a que

los demonios menores del futuro

que esperan con displicencia

mis continuas caídas

deberían, al menos,

por un principio de pudor

amainar un poco

su confianza.

Hipnosis

Silenciosamente, así, acumulo las piedras.

Calmado y no

nadie logra avanzar. El aceite caliente

del capital

quema mi espalda

exige

sacrificios

para continuar. ¿Dónde? ¿Con quién?

Ejercidas

las terapias de la época

¿qué escuchan mis oídos

sino el vocablo

“lentitud”?

entonces, como una droga al revés,

la mínima anestesia del dolor

recuerda

cada una de las cosas

que no pude

mirar

Escarcha de la mañana

sé que no hablás

pero hubo un presente,

un presente pleno,

que fue suavísimo

manos de mujer

sostuvieron mi cuerpo

una larga temporada

en medio de una llanura solar,

sin viento

No habrá calma

esta mañana

salvo la gota de agua

que desborda el tanque

hasta el jardín

el sol ahora no lastima

ni lastimará

el sol tiene

su lado ladino,

su apariencia de luz

es vidriosa

No hay caso,

sé que el sol

proseguirá

buscando

como un recuerdo viejo

maliciosamente, durante cada día,

lo más hondo

de esta quietud

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