Seis Poemas Inéditos de Carlos Battilana

Los fines de semana Narrativa Política se toma un descanso para ocuparse de la literatura y el arte. Para eso nos proponemos que la poesía, la pintura, la música y la prosa desplacen a las noticias, la política y su análisis. Un espacio para que la creatividad artística haga su tarea de darnos más y mejores instrumentos para pensar y comprender la realidad que vivimos día a día.
Daniel Gray
Hurlingham es una ciudad que nació con el desarrollo de los ferrocarriles británicos en Argentina. Su nombre es deudor de un deporte celta, irlandés. Hay clubes de rugby y de hockey y a esa ciudad llegó Luca Prodan escapando de la heroína. Luca vivió en la casa de Timmy McKern, ahí conoció a otros muchachos de Hurlingham y El Palomar. Comenzaron a hacer música, hicieron una banda y esa banda se llamó Sumo. En Hurlingham también vive Carlos Battilana. Nos conocimos hace muchos años, dábamos clases en los subsuelos de Ciudad Universitaria. No recuerdo nuestras conversaciones, pero supongo que serían sobre los que nos preocupaba o gustaba: la literatura, el lenguaje, la familia, la política. Carlos es amable, cordial, modesto, inteligente, sobrio. Su poesía es deudora de su mirada sobre las cosas y las personas y las acciones. Los instantes se detienen para hacerlos únicos, fatales, concluyentes. Esos instantes definen nuestras vidas, y Carlos los atrapa y los convierte en piezas de detalles preciosos. Las palabras que utiliza son simples y cotidianas, como los sucesos que muestra, pero las combinaciones y los silencios son extraordinarios. De este modo nos encontramos con todo lo que vamos perdiendo mientras la vida nos lleva por delante con sus urgencias, necesidades y obligaciones. La poesía de Carlos recupera la vieja tradición del poeta como vidente, del que ve más allá de las cosas, y del que ilumina con luz fuerte y recupera lo que estaba empañado, olvidado, perdido. Su trabajo, el resultado de su trabajo, es el de mostrar la firmeza que hay en la fragilidad de la existencia. Es esa firmeza insegura, un poco cobarde y temerosa la que nos recuerda que finalmente lo que hacemos es transitar la experiencia de estar vivos. Pero esto y por mucho más la poesía de Carlos Battilana es maravillosa, única e imprescindible.
Carlos escribió una breve presentación para los lectores de Narrativa Política
Nací en Paso de los Libres. Corrientes. A los 7 años vinimos con mis padres al gran Buenos Aires. Me mudé a la ciudad de Buenos Aires cuando estudiaba y trabajaba. Viví allí durante 16 años. Me mudé varias veces. Ahora vivo en Hurlingham. Publiqué libros de poesía, ensayos y textos críticos. Algunos títulos en poesía: El fin del verano (1999), La demora (2003), Materia (2010), Un western del frío (2015), Una mañana boreal (2018) y La lengua de la llanura (2021). La editorial Caleta Oliva publicó Ramitas (2018), que reúne parte de mis libros. Publiqué los ensayos El empleo del tiempo (2017), Actos mínimos (2022) y Primeras luces (2024). También escribí prólogos y textos críticos.
Me gustan muchos poetas y escritores de diversa procedencia. La experiencia de la lectura ha sido una forma de habitar el mundo. Mencionaré tres poetas que suelo releer: César Vallejo, Juan Manuel Inchasupe y Estela Figueroa.
Escribo por impulso. Como una forma de obtener oxígeno. ¿Qué me gusta? La vida. La poesía. Ir al cine. Leer, escribir. En este momento me importa y me preocupa la asfixia y el desfinanciamiento que el gobierno de Milei aplica en las universidades públicas. La crueldad y la ignorancia forman parte del programa gubernamental.
Gané una beca de investigación de la Universidad de Buenos Aires, hace muchos años, me permitió terminar la tesis de doctorado. También el Fondo Nacional de las Artes me ayudó para llevar a cabo investigaciones sobre revistas de poesía en la Argentina. Este año me otorgaron el premio Konex en poesía.
Poemas de Carlos Battilana
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Paseantes
a N.R.
Me mostrás el lado b de la ciudad
sus calles oscuras, el pasaje Rodney
en los alrededores
de la estación: y vemos
a un hombre desnudándose
en medio del humo gris
antes de dormir
-entre cartones-
como si una gasa de extraordinarios impulsos
lo iluminara.
Diagonal
la ciudad
sumergida en el hielo
aquel día
de julio
preparados
para la segunda parte del año
demoraste, un poco,
la conversación
no sabiendo
bien
del todo
si nos volveríamos a ver
tomaste mis manos
como esperando algo
y revolviste el contenido del café
sin la fuerza necesaria
que requiere
esa mínima labor
anochecía,
y te reíste, muy tristemente,
con la sonrisa
visible
de las que
por algún presentimiento oscuro
reconocen el comienzo
de un vendaval
El mes irreal
Ahora que las cosas no son tan sencillas
pienso -hincado en el suelo-
en la brisa suave del río
del último febrero
deslizándose
sobre las hojas y los árboles
pienso en la movilidad del agua
y también
por qué no
en palabras transparentes como
cielo
aire
viento fugaz.
Luz de invierno
Perros hambrientos
que entran a la playa
para correr
las olas
una y otra vez. Sin ninguna
analogía ni correspondencia
entre las cosas
veo el espectáculo
como si me olvidara de algo
que alguna vez comprendí.
Alucinación
Aún escribo
en esta habitación. El jardín
me acompaña
si miro el ventanal. Un pájaro
canta
luego de la lluvia. Ese instante
sonoro
debe ser la felicidad. Entonces disfruto
de algo
tan pleno.
Años así.
No pude mover siquiera un mueble
ni un libro
de este sitio
en el que estoy.
Todos estos libros
a cuestas
me han destrozado.
No sólo me han alimentado. Sobre todo
me han destrozado. Bien sé por qué.
Áspera mi voz
aún escucho cómo se prolonga
-finísimo-
el canto del pájaro.
Muevo entonces
esta mano
miro nuevamente el sauce
a través del vidrio
poco sé,
poco supe,
admito cada una
de mis ruinas, de mis oscuridades
pero apuesto a que
los demonios menores del futuro
que esperan con displicencia
mis continuas caídas
deberían, al menos,
por un principio de pudor
amainar un poco
su confianza.
Hipnosis
Silenciosamente, así, acumulo las piedras.
Calmado y no
nadie logra avanzar. El aceite caliente
del capital
quema mi espalda
exige
sacrificios
para continuar. ¿Dónde? ¿Con quién?
Ejercidas
las terapias de la época
¿qué escuchan mis oídos
sino el vocablo
“lentitud”?
entonces, como una droga al revés,
la mínima anestesia del dolor
recuerda
cada una de las cosas
que no pude
mirar
Escarcha de la mañana
sé que no hablás
pero hubo un presente,
un presente pleno,
que fue suavísimo
manos de mujer
sostuvieron mi cuerpo
una larga temporada
en medio de una llanura solar,
sin viento
No habrá calma
esta mañana
salvo la gota de agua
que desborda el tanque
hasta el jardín
el sol ahora no lastima
ni lastimará
el sol tiene
su lado ladino,
su apariencia de luz
es vidriosa
No hay caso,
sé que el sol
proseguirá
buscando
como un recuerdo viejo
maliciosamente, durante cada día,
lo más hondo
de esta quietud