El Partido Laborista vuelve al gobierno en Reino Unido, pero…

¿quién ganó? (parte II)
El laborismo de Corbyn a Starmer
El 12 de septiembre de 2015 Jeremy Corbyn fue elegido líder del Partido Laborista con el 60% de los votos, con esto el ala izquierda llegaba a la dirección del partido. Al otro día de esta elección Iain McNicol, secretario general, informó que 15.000 personas se habían afiliado el laborismo en 24hs. El crecimiento de la militancia no se detuvo y para 2018 la Juventud Laborista tenía más miembros que todo el partido conservador. La línea política de Corbyn se alejaba de “la tercera vía” de Tony Blair y volvía a la tradición del laborismo: renacionalización del ferrocarril y gratuidad de los estudios universitarios. Esto llevó a que el número de activistas del partido llegara a 570 mil, con mucha adhesión de las clases trabajadoras y la juventud. Pero Cobyrn apoyó la realización del referéndum sobre el Brexit y colocó al laborismo en una zona neutral y en las elecciones de 2019 sufrió una grave derrota con la pérdida de 60 escaños y un descenso al 32% de votantes. Tras esta elección Corbyn anunció que se retiraba de la dirección del partido y Keir Starner fue designado como su sucesor.
Starner había sido integrante del gabinete en las sombras de Corbyn para las elecciones de 2017 y 2019. Pero en 2020 no dudó en expulsarlo del partido luego de una investigación sobre casos de antisemitismo en el Partido Laborista durante el período en que Cobyrn era el líder. Esta situación tocaba personalmente a Starner que está casado con Victoria Alexander, hija de Bernard, judío asquenazi y de Bárbara que se convirtió al judaísmo. Starner es una figura contradictoria, nació en el seno de una familia de la clase trabajadora, hijo de una enfermera y un obrero industrial. Sus padres eran laboristas y su nombre Keir es en homenaje al primer líder del Partido Laborista en la Cámara de los Comunes, Keir Hardie. Su familia no vivió en la pobreza, pero supo de las tensiones
financieras que afectan a las familias de las clases pobres y de las dificultades en el aprendizaje que no le permitieron progresar a su hermano menor.
Starner se recibió de abogado en Leeds, y realizó su posgrado en Oxford. Se especializo en derechos humanos. Luchó contra la pena de muerte en países de la Commonwealt y fue parte del equipo jurídico que consiguió que el Tribunal Constitucional de Uganda invalidara las condenas a muerte de 417 personas.
Starmer defendió gratuitamente para un par de anarquistas veganos que McDonald´s demandó por difamación porque repartían panfletos en donde acusaban a la empresa de bajos salarios y crueldad con los animales. El juicio fue una de las luchas legales más largas de la historia británica. Y, luego de cerca de diez años, concluyó en una especie de empate. En 2002 fue designado Consejero de la Reina y entre 2008 y 2013 fue Director del Crown Prosecution Service. Finalmente, este laborista de familia obrera que había sido antimonárquico y editor de la revista Trotsky en su juventud, en 2014 fue nombrado caballero en reconocimiento a su trabajo en la fiscalía.
Starmer al gobierno ¿el laborismo al poder?
Ni la sorpresiva estrategia de adelantar las elecciones y ni la campaña del miedo frente a un aumento de impuesto por parte de los laboristas le resultaron al billonario ex Primer Ministro Sunal para evitar el fracaso escandaloso del Partido Conservador. Tampoco dieron resultados las poco creíbles promesas de mejoras de los servicios públicos y en particular el muy complicado servicio de salud.
Esta elección fue un plebiscito inapelable a los 14 años de gobierno de los conservadores donde tuvieron cinco primeros ministros, siete ministros de finanzas, ocho cancilleres y ministros del interior, trece de Cultura. Su desorden político deja un país con los servicios públicos colapsados, desde el Brexit la inversión bajó un 11%, una deuda pública del 88% del PBI que tiene intereses mensuales de 10 mil millones de libras, una grave crisis de vivienda, crecimiento de la desigualdad y la pobreza, con salarios a la baja y la contaminación ambiental que afecta a los ríos y provoca la falta de agua potable en distintas zonas del Reino Unido.
Frente a esta situación el pasado 13 de junio, en un acto de campaña en Manchester, Starmer propuso los puntos fundamentales de su futuro gobierno: «estabilidad económica, reducir los tiempos y las listas de espera del servicio nacional de salud, y un nuevo mando de seguridad fronteriza».
Para el líder laborista es fundamental hacer crecer la estancada economía del Reino Unido, respetar «un estricto control del gasto», esto implica una rigurosa disciplina fiscal que no genere deuda púbica y permita mantener bajos la inflación y los tipos de interés. Como contrapartida a esto el programa laborista proyecta el crecimiento de la economía británica a partir de una estrategia industrial que permita a las empresas planear sus inversiones y limitar al 25 % el impuesto a las sociedades.
A la manera de Noruega, con su fondo del petróleo, el gobierno laborista buscará promover la inversión a través de un nuevo Fondo Nacional de Riqueza que canalice capital «a las industrias del futuro» y creará una empresa de energía que permita mejorar los precios de ese sector. En la vieja tradición laborista, Starmer aseguró que «no subirá los impuestos a la gente trabajadora: el impuesto sobre la renta, el IVA y las contribuciones a la seguridad social» pero nada dijo sobre otros impuestos como los que gravan el patrimonio y la riqueza. Si la economía crece de forma sostenida el estado británico puede recaudar cerca de 70.000 millones de libras adicionales para invertir en la mejora de los servicios públicos. Esta perspectiva es la que le permite a Starmer alejarse de la vieja receta laborista de gravar a las rentas altas para invertir en los servicios públicos.
En materia de migración Starmer prometió crear una unidad de seguridad de fronteras para combatir a los grupos de crimen organizado que trafican con inmigrantes. Su idea es crear una nueva unidad policial de migraciones con amplias competencias para atajar el tráfico ilegal de personas y se tratará de mejorar la cooperación con las agencias internacionales, en particular la Europol. También propuso endurecer las medidas judiciales preventivas y las penas de prisión contra los miembros de esas bandas organizadas. A la vez piensa eliminar el acuerdo que los conservadores habían hecho con Ruanda para enviar refugiados a ese país.
La crisis en el sistema de salud es el más grave problema que enfrenta el gobierno laborista: huelgas de médicos residentes que exigen un aumento salarial del 35 %, escasez de profesionales cualificados tras el Brexit o inmensos retrasos en las listas de espera. Millones esperan durante meses para someterse a intervenciones rutinarias -como un reemplazo de rodilla o cataratas-. Y los últimos datos oficiales muestran que solamente en Inglaterra las listas de espera alcanzaban los 7,5 millones de pacientes a finales del pasado marzo. La propuesta laborista es la de crear 7.500 nuevas vacantes en las facultades de Medicina y 10 mil nuevos puestos de enfermeras por año. Reducir los tiempos de espera en hospitales y centros de salud creando más citas durante las tardes y fines de semana.
En perspectiva, las propuestas de Starmer están lejos de una transformación radical del sistema político y social británico. El tiempo dirá si “el cambio” que proponía durante la campaña va a tener la fuerza suficiente como para revertir la lenta decadencia del Reino Unido.