16 de noviembre de 2025

Por qué queremos tanto al Pepe

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El 13 de mayo murió José “Pepe” Mujica. Fue militante, guerrillero, preso político, torturado, compañero amoroso de Lucía, campesino, líder y fundador del Frente Amplio y presidente de la República Oriental del Uruguay. Vivió con la pasión de sus convicciones una larga vida de 89 años y sin rendirse aprendió de las duras experiencias para ofrecerle al pueblo de su patria su vida entera. Frente a su triste desaparición Narrativa Política se enorgullece en homenajear a José “Pepe” Mujica, caballero uruguayo, honorable, valiente y revolucionario, que siempre supo defender con el pecho lo que afirmaba con su boca.

Por Leticia Mirás

Yo lo quiero por mi papá, que a los 18 años era un empleado de taxímetro en Montevideo y en el inicio de la dictadura participó de un paro y de manifestaciones callejeras junto a sus compañeros del sindicato y cayó preso, como el Pepe, aunque por mucho menos tiempo. Mi papá, como casi todos sus amigos y compañeros en esa época, tuvo que irse del paisito y vivió en Argentina por más de 40 años. En todos esos años, nunca pudo votar. No lo había hecho antes de la dictadura porque no tenía la edad, y tampoco pudo hacerlo como residente extranjero en el país en el que vivía. La primera vez que votó, lo hizo en el barrio de su infancia, en las elecciones nacionales que llevaron al gobierno por primera vez al Frente Amplio. Algunos años después de esas elecciones mi papá volvió al Uruguay a vivir y el Pepe fue un amigo cercano.

También lo quiero al Pepe por mi mamá, que por más de 40 años se empeñó en enseñarles matemáticas a “los nadie”, como dice otro uruguayo al que queremos, en una escuela pobre en el conurbano bonaerense y que se puso a llorar en el medio de la calle el día que vio a cientos de estudiantes de la Universidad Nacional de Tres de Febrero haciendo una fila larguísima para escucharlo a hablar al Pepe.

Muchas de nosotras lo queremos por Lucía. Esa mujer que es ejemplo y referente. El Pepe era su compañero inseparable.

Queremos al Pepe, también, porque queremos que la Patria Grande sea más soberana, más justa y unida.

Queremos al Pepe por el amor que le tiene su pueblo y por lo que le deja. El miércoles, en su funeral, una chica sostenía un cartelito en una hoja A4 en donde se leía, escrito con birome, “Triunfar en la vida es levantarse cada vez que uno se cae. Gracias Pepe”.

Amamos al Pepe por cada palabra justa, sabia y llena de sentido. Y lo amamos por el amor por su perrita Manuela, por la naturaleza, por las flores, y porque su compromiso era siempre, sobre todo, con la vida.

La derecha también lo quiere, pero quiere una versión edulcorada y apolítica del Pepe, la versión del presidente pobre, honesto, el de la chacra digna. Aman una versión del Pepe que borra lo más importante, la más fundamental de las razones por las que amamos al Pepe.

Amamos al Pepe por sus ideas políticas, las mismas siempre. Las que defendió con el cuerpo y que lo tuvieron 11 años en la cárcel. Las que defendió en la calle y en las urnas y lo llevaron a ser presidente. Las que lo ponen del lado de los trabajadores, del que no tiene nada o casi nada, de los explotados, de los vulnerados. Las ideas que convirtió en políticas durante su gobierno, que fueron muchas y de las que aquí sólo mencionamos algunas: legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo a través de la Ley de Matrimonio igualitario, democratización de la educación superior en Uruguay con la creación de la Universidad Tecnológica (UTEC), el aumento del salario mínimo y la reducción de la pobreza a su mínimo histórico. Por todo esto, y por todo lo que las palabras no llegan a decir, es que amamos al Pepe.

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