30 de abril de 2025

DE LA FRECUENCIA, EL RITMO Y LA LIBERTAD, CARAJO

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En un artículo donde el absurdo de Macedonio y Monty Python se une con la cotidiana y disparatada política argentina Conrado Geiger borra las barreras de la realidad y las certezas. La tesis de un grupo de estudiantes llega al escritorio del autor y entonces…

Por Conrado Geiger

En el transcurso del verano de 2025 llegó a mi despacho un sobre de papel madera tamaño A4 sin remitente. El sobre contenía una carpeta anillada (también A4) y una pequeña nota manuscrita (ésta en tamaño esquela cuadriculada). Por la caligrafía deduje que había sido escrita de apuro, seguramente arriba de un vehículo en movimiento y por un nene de seis años. La nota, anónima, me aclaraba que era la tesis de unos jóvenes estudiantes de la “Libertaries Research Institute Foundation” de San Isidro.

La carpeta anillada tenía una carátula donde se leía el título “De la frecuencia, el ritmo y la libertad… carajo”. Debajo se leían seis nombres, tachados torpemente con un fibrón negro indeleble. Este extenso trabajo constaba de 245 hojas a una cara sola, tipeadas a doble espacio en Arial 12 y con algunos gráficos a mano alzada mal escaneados que intentaban complementar, no siempre con éxito, lo expuesto en el texto.

Me tomé mi tiempo para leerlo. Necesité concentración primero y varias botellas de vino después. Esta tesis resultó ser, en realidad, la sumatoria de varias ideas dispersas, que podríamos encuadrar en una disciplina que oscilaba entre la ciencia económica, la sociología y la ignorancia absoluta de la historia argentina.

En su primera parte recurre a una serie de definiciones que consideraba importante establecer, para el ulterior desarrollo de la idea de la tesis[1]:

“Según el Diccionario de la Real Academia Española FRECUENCIA es un nombre femenino y significa: La repetición mayor o menor de un acto o de un suceso. Es importante incorporar este concepto, ya que será una de las piezas claves para comprender cómo la Sociedad Libertaria mejora el modo de vida de todos los argentinos, aunque el común de la gente no lo advierta y los medios hegemónicos, acólitos del poder económico, aun queriendo hacerlo, no logran comunicarlo. Repito: La FRECUENCIA es la repetición de un acto o de un suceso.

“Ya desarrollaremos estas alteraciones de la frecuencia. Pero antes es imprescindible incorporar otro concepto de la física que será central en esta tesis: el cambio de RITMO. Vayamos de nuevo a la definición, al sentido profundo de los conceptos que queremos verter en este trabajo:

Según el Diccionario de la Real Academia Española RITMO es un nombre masculino y significa: Orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de las cosas. ¿Se entiende? RITMO es un orden acompasado en la sucesión de las cosas.”

Las fuentes usadas para argumentar la tesis eran fragmentos de testimonios de dudosa procedencia, siempre anónimos e incomprobables, que ellos denominaron alegremente “reportajes”- leemos en la página 23:

            Nos cuenta Federico G.:

“Yo trabajaba en una dependencia del Estado. Tenía que cumplir ocho horas diarias de oficina, en un habitáculo mal ventilado en el Microcentro de la Ciudad de Buenos Aires, revisando papeles -algo que tenía que ver con el cobro de seguros sociales, un embole-, y debía ordenarlos según un criterio determinado. Con la llegada de este gobierno me echaron. Gracias a la indemnización me pude comprar un auto, y ahora trabajo con la aplicación UBER. En un principio iba floja la cosa, pero en el transcurso del segundo semestre, el trabajo comenzó a crecer. Y el relato de mis pasajeros coincidía. Ya no se puede usar el transporte público porque resulta muy caro.”

Nos dice Juan L.:

“Yo no tengo auto. Yo no manejo. Soy un tipo responsable. Todos hemos leído los carteles que dicen “SI BEBE NO MANEJE”. Y yo, frente a una disyuntiva, me defino. No me gustan los tibios. Si hay que elegir, “beber o manejar” elijo beber. Que maneje otro. Antes, con el populismo, yo viajaba siempre en tren a mi trabajo. Todos los días de Don Bosco a La Plata. Ahora estoy viajando mucho en Uber. Como soy un tipo solidario, en estos tiempos el transporte público se me hace muy caro.”

Este testimonio fue el que nos permitió ver el modo en que las políticas económicas libertarias le mejoran la vida a la gente. Juan L. – docente terciario – pasó de viajar en tren a viajar en Uber. Y esto tiene que ver con la Frecuencia, con el Ritmo y con la Libertad.”

Me sorprendió la autopercepción de “solidario” en un sujeto que era utilizado como prueba del éxito de la economía libertaria, y no entendía las cuentas que hacían para determinar que viajar en UBER resultara más barato que viajar en tren. Seguí buscando en el mamotreto para ver si encontraba alguna explicación mientras me topaba con otras joyitas:

“Se están produciendo grandes cambios sociales. Y estos llevan a que, por los motivos menos pensados, los ciudadanos argentinos pasen a tener una vida con mayor grado de libertad.  Frecuencia, Ritmo y Libertad son la clave del éxito”

Todos los que viajamos regularmente en tren (y también aplica al subte) observamos que, siempre en la misma franja horaria, había un circuito de vendedores y artistas callejeros establecidos. Siempre los mismos, ofreciendo lo mismo: La Casta del transporte público. Hicimos una encuesta entre nuestros compañeros de facultad y familiares que usan el transporte público y todos reconocían a los mismos sujetos que transitaban recaudando en el FFCC Mitre[2]:

ARTISTAS:

                        el rockero jipón

  • el flaco de las chacareras de la voz potente
  • el cantor que tiene la voz de Nito Mestre
  • el viejito del bandoneón que predica el amor
  • los raperos de la villa

VENDEDORES:

el morocho de chipa fresquita

el veterano de las lupas de bolsillo

el narigón de los auriculares y cables USB

la mina de voz aguda de las vinchitas para nenas

los vendedores de medias – rotativos –

el sin pierna de los pañuelos de papel

el exdrogadicto convertido al evangelismo que venden facturas hechas por exdrogadictos convertidos al evangelismo,

PEDIGÜEÑOS:

la señora con tres chicos que reparte calendarios con dibujitos horribles de osos panda

el sordo que te da un papel húmedo donde dice que necesita plata para una operación

la gordita que cuenta una historia horrible de su hija lisiada y el hijo con parálisis cerebral pidiendo plata para comida

el muchacho que pide para sus hijitas y amenaza veladamente “podría salir a robar, pero elijo confiar en su solidaridad”

La rotación de estos personajes era tranquila. En un viaje de 30’ uno se cruzaba a dos o tres de estos. Y acá puede aplicarse el concepto de FRECUENCIA.

LA FRECUENCIA CON LA QUE APARECÍAN EN EL VAGÓN ERA BAJA. ¡SIEMPRE LOS MISMOS, TENÍAN PÚBLICO CAUTIVO Y TENÍAN EL MONOPOLIO DEL MERCADO MÓVIL!  ¡ERAN LA CASTA DE LOS VENDEDORES AMBULANTES Y LOS ARTISTAS CALLEJEROS!

Hasta la página 238 es una concatenación de testimonios contando cosas más o menos parecidas. Y en la 239 empiezan, finalmente, a definir el centro de su tesis.

Con la llegada del gobierno libertario comenzó a producirse un importante cambio en la sociedad argentina: mucha gente que tenía trabajos esclavos, con horarios y lugar fijo, lo perdieron y así debieron desarrollar su creatividad para generar dinero. Muchos eligieron la vía móvil como espacio de recaudación, sea exponiendo su arte, ofreciendo golosinas a precios muy por debajo de los precios del mercado o simplemente saliendo a pedir.

Decía Gastón G.:

Y aumentó, no sólo la cantidad, sino la variedad de tullidos y personas con problemas de salud comprobables. Esto es importante, porque el que te dice que tiene una lesión en la pierna, no sólo te lo cuenta, sino que va con el pantalón arremangado exponiendo una pierna flaca, casi sin músculos, con una piel rojiza con manchas oscuras. Se acabó la mentira.

Este incremento de capital humano trabajando en la vía pública hizo aumentar el RITMO y la FRECUENCIA de vendedores y artistas. Antes, en un viaje de media hora, aparecían dos o tres vendedores, artistas o pedigüeños, hoy esa FRECUENCIA se ha multiplicado, acelerando el RITMO de ofertas a límites insospechados. Es común tener en simultáneo a un cantor y un vendedor de cables USB, mientras un lisiado y una vendedora de golosinas esperan en el fuelle que separa un vagón del otro. Todos los fuelles se han convertido en un reservorio de trabajadores ambulantes. Una suerte de bambalinas, donde esperan su momento de salir a escena.

Nos cuenta Marcelo S.:

“Este aumento en el tempo de las propuestas de consumo, sean materiales o culturales trastocó mi economía, ya de por sí afectada por la Libertad Inflacionaria.

Hasta ahora vendían los encendedores comunes, a gas. Tres por mil pesos, pero ahora aparecieron los catalíticos recargables a dos por mil, que me encantan. Son bien noventosos, menemistas. Me hacen sentir 30 años más joven. Hoy me compré seis. No sé para qué lo quiero. Hace 27 años que no fumo… pero simplemente tenerlos para dar fuego, me hace feliz.”

La mayor disponibilidad de Libertad para los trabajadores de la vía móvil habilitó a más gente de bien sumarse a este modo LIBRE de ganarse la vida, y así empezó a aumentar en progresión geométrica la FRECUENCIA y el RITMO de ofertas.

(Y acá aparece de nuevo Juan L. “el solidario”)

Nos cuenta Juan L.:

Es una cinta sinfín de ofertas tentadoras: Chocolates con fecha de vencimiento impresa en el envase[3], tres encendedores por mil, cuatro marcadores color fluo, cinco lápices negros, una birome y un bloc… Todo barato. Mil o dos mil pesos. Bolsitas de caramelos de goma. Paquetes de chicles sin azúcar. Pañuelos de papel. repasadores de cocina. Y se suman al desfile también nuevos músicos: un saxofonista rubio, el que cuenta que la jubilación no le alcanza y canta tangos, el cieguito que canta. Se cuelga la guitarra y desgrana un repertorio que oscila entre el bolero y la canción romántica. Con una voz horrible y siempre desafinando. A ese siempre le doy. Ciego y sordo, pobre… Y yo soy un tipo solidario… Y, más allá de padecer una ligera compulsión al consumo, los viajes se me hacen caros. Todo es barato. Mil o dos mil pesos. Un billete amarillo que no sirve casi apra nada… Pero claro, resulta que después de dos viajes – uno de ida y uno de vuelta – llego siempre a mi casa con marcadores fluo y lápices, con chocolates y chicles, con un cable USB, tres encendedores y dos bolsitas de caramelos de goma (compré cinco, pero, como la chipa, me los como en el viaje). Total: al viaje en tren de $320.- le tengo que sumar $13.000.- de gastos solidarios… Y el viaje en Uber me sale $6.500.-

Ya no puedo seguir viajando en tren. Me sale carísimo.


[1] Las notas están transcriptas textuales, con la salvedad de corregir los frecuentes errores de ortografía, que dificultan la concentración en el contenido.

[2] A lo largo de unas 26 carillas desarrollan listados como éste, correspondientes a otros ferrocarriles además del Mitre.

[3] Esto siempre me llamó la atención: no dicen que el producto no esté vencido, dice que la fecha de vencimiento está impresa en el envase.

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