17 de marzo de 2025

¿Más bobo que chorro?

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Por Enrique Arriaga

Al mago del Kremlin se le agotaron los trucos. Esta vez no salió ningún conejo de la galera de Santiago Caputo. Hasta quedó expuesto en sus manejos, algo difícil de atribuir a un “error de edición“ y no al timing del Grupo Clarín para saltar a tiempo de los gobiernos malheridos. En el camino, quemó a uno de sus feladores más entusiastas.

En el (mal) simulacro de entrevista con el relacionista público Joni Viale, entre sonrisitas de enamorados, Milei optó por confesar su ineptitud. Claro, a diferencia de ser estafador, ser inútil no es delito ni en Argentina ni en EEUU. Podría inferirse, a juzgar por la entrevista, que Milei o quien piensa por él, resigna la política y se centra en minimizar las consecuencias penales de un kilombo que recién empieza y no parece tener fin.

Aunque la estrategia era obvia, porque nadie confiesa un delito en cámara y era imprescindible decir algo antes de la apertura de mercados del martes, primer día de operaciones en EEUU después del escándalo, esta posición va a ser breve, efímera.

En primer lugar, porque Mark Haydn Davis, quien estuvo con Milei en Casa Rosada y se presenta como su asesor, anda diciendo a los gritos que los cien palos verdes que juntó son de Milei y que espera sus instrucciones para moverlos. Que él no los quiere y teme por su vida.

En segundo lugar, porque un verdadero empresario cripto, Charles Hoskinson, declaró que le pidieron una coima a cambio de sentarlo con Milei y que pasen “cosas mágicas”. Hoskinson se negó y el interés de los intermediarios se evaporó.

En tercer lugar, porque todas las operaciones son trazables y el destino del dinero también y ya están involucrados organismos estadounidenses de primer orden como el Federal Bureau of Investigations (FBI) y la Security Exchange Commission (SEC). Tic, tac, tic, tac.

Pero volvamos a la cuestión política. La conclusión evidente es que Milei es un presidente aficionado (ni siquiera amateur), con un entorno improvisado, vulnerable, que fue timado como consecuencia de su propia voracidad.

Milei confesó, entre otras cosas, que no cuenta con una secretaría Legal y Técnica, que se sigue manejando “como toda la vida”, como un “tecno optimista”, como si ser presidente fuera un trabajo de 9 a 18 y pudiera separarse su rol institucional de su vida privada. Es decir, que nadie lo cuida ni controla. Acá hay, por lo menos, negociaciones incompatibles con la función pública e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Queda por ver si el Estado Nacional es, de acuerdo a la ley de los países de los estafados, solidariamente responsable.

El “cualunquismo” del que Milei hace gala pudo haber sido simpático en 2023 para parte del electorado, pero dudosamente les haga gracia a los damnificados directos o a los que depositaron en él esperanzas de un futuro venturoso y ahora lo ven tal cual es: un sujeto inestable, con conocimientos vagos de economía… y con menos calle que Venecia.

¿Quién le creerá a este personaje que está en control de la situación, que puede garantizar el flujo de divisas para controlar el tipo de cambio o que sabe en qué mundo vive?

Las redes sociales, con X a la cabeza, seguro que no. Milei pierde allí, de local, y por goleada, desde hace ya tres días. Al cierre de esta nota #Mileiestafador era trending topic con 182 mil tuits. El intento de defenderlo, #Elmejorpresidentedelahistoria, no llegaba a los 40 mil.

Si en su entrevista con Antonio Laje, de una semana atrás, su insistencia en negar la devaluación recordó al De La Rúa que sostenía el uno a uno. La entrevista con Viale nos recuerda a la Banelco y las valijas de la SIDE al Senado, Aunque, digamos todo, el gobierno de La Alianza no dejaba los dedos tan pegados.

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