Primer año de gobierno: jubilados sin medicamentos y corrupción flagrante

Por Enrique Arriaga
En la semana del primer aniversario del gobierno de Milei, muchos análisis que circulan estudian el éxito de quien lleva adelante “el ajuste más grande de la historia” y aún conserva una imagen positiva que anda cerca de los 40 o 45 puntos.
Son menos los que incorporan un dato: el sistema político -la casta- nunca choca de frente con un gobierno en su primer año, porque no es recomendable ser aguafiestas de las expectativas populares, hasta con gobiernos antipopulares. La famosa frase “escoba nueva barre bien” se aplica a la perfección para estas situaciones.
Sin embargo, dos novedades amenazan el cumpleañitos de los hermanos Milei: Kueider y el PAMI. Una vez más, nos vemos obligados a recordar al boliviano Álvaro García Llinera y su reflexión sobre la volatilidad de estos tiempos que provoca, inevitablemente, que los ciclos sean más cortos.
¿Qué significa esto? Qué aún cuando la oposición parezca fragmentada o perdida, cualquier estímulo, cualquier elemento externo imprevisto o una decisión desafortunada, puede invertir la polaridad. Y es en las crisis donde se ve el verdadero músculo político de un gobierno.
La semana pasada el gobierno anunció que el PAMI deja de cubrir al ciento por ciento una larga lista de medicamentos que cubría desde 2020, por decisión del anterior gobierno. La medida tiene un componente fiscal (esa partida se financiaba con el recientemente extinto impuesto PAIS), pero también tiene un visible componente de crueldad y cinismo que cada vez es más difícil de ignorar.
Muchos argentinos, que simpatizan con este gobierno o creen en su retórica “thatcheriana” de There Is No Alternative (TINA), vienen perdiendo poder adquisitivo desde diciembre de 2023 y ahora, con ingresos menguados, se enfrentan a la dramática situación de tener que ayudar a sus mayores a comprar los medicamentos que necesitan. La otra opción es hacer uso de la tan mentada libertad, en este caso, de dejarlos morir.
El jubilado cordobés que intentó prenderse fuego es el más resonado, pero no el único al borde de la tragedia. Otra víctima directa de esta decisión son los propios trabajadores de PAMI, que enfrentan una situación de estrés y tensión inédita.
“Los salones de agencias y Unidades de Gestión Local (UGL) están repletas de afiliados y afiliadas porque la información es confusa. Concurren a para ver si les quitaron la gratuidad o bien para saber cómo proceder con la solicitud de subsidio para seguir con el beneficio. Según la normativa, deben reciclar y presentar historias clínicas, evoluciones de tratamientos, tiempo de tratamientos, etc. Todo ello se realiza recurriendo a los médicos de cabecera, con los que obviamente deben sacar turno previo, lo que supone demoras, más todavía cuando se acercan las vacaciones”, explica un delegado sindical.
“En síntesis, tienen que demostrar pobreza, y tienen que hacerlo rápido, porque mientras no concluyan el trámite, deberán pagar los tratamientos de su propio bolsillo, o del de sus hijos, si tienen esa suerte”, concluye la fuente.
Pero eso tampoco garantiza nada: “Una vez que empiecen a llegar las solicitudes con toda la documentación, serán evaluadas por asistentes sociales para determina su aprobación o rechazo. Otra cosa importante y que se perdió de vista es que han retirado medicamentos de prescripción para darles el rango de venta libre. A modo de ejemplo, la tableta de ibuprofeno, que vale 10 lucas ya no la pueden tener gratis ni con descuento. Las farmacias viven cierto desconcierto porque se van enterando a medida que llegan las consultas de los afiliados”.
Tal vez sea la mayor de las crueldades desplegadas por esta administración, pero claramente no es la primera sino una en una larga cadena. ¿Cómo fue esto posible? ¿Cómo llegamos hasta acá? La respuesta está en Paraguay, en el hotel donde el todavía senador Kueider y su secretaria cumplen arresto domiciliario.
Los mayores de cuarenta recordamos el caso de la ley Banelco que terminó con la renuncia de Chacho Álvarez a la vicepresidencia y dejó al gobierno de De la Rúa en una situación de debilidad de la que nunca pudo reponerse. Como aquellos senadores, Kueider, de origen peronista, dio un giro de 180 grados en sus posiciones, hasta volverse un hombre clave para el gobierno en el senado.
Algunas reflexiones al respecto: una cosa es la negociación política a nivel legislativo, que incluye el intercambio de votos por votos, apoyo a un proyecto a cambio de apoyo en otro, o votos por obras, eventualmente votos por cargos o lugares decisivos. Pero cambiar votos por dinero en efectivo no es negociación política, es lisa y llanamente un delito, bien de la casta.
Claro que esa práctica existe y siempre se han escuchado rumores o versiones, pero es mucho menos frecuente encontrarse con la evidencia (el antecedente mencionado cumplirá un cuarto de siglo), porque no es una práctica recomendable para desprolijos ni para amateurs. Pueden terminar muy chamuscados.
¿Se extenderá el Kueidergate como mancha venenosa? ¿Lo entregará el gobierno, con riesgo para el autopercibido mago del Kremlin? ¿Lo salvará, quedando pegado como lo más rancio de la casta? ¿Podrá seguir utilizando el mismo mecanismo de cooptación de voluntades, ahora que los pares de Kueider conocen el riesgo?
La única certeza es que, por más que los trolls intenten disimularlo, a los Milei les arruinaron el cumpleaños.