El día que regresó el Frente Amplio
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El domingo 24 de noviembre el Frente Amplio ganó las elecciones y Yamandú Orsi será el nuevo presidente de Uruguay. Gonzalo Armua participó de ese día histórico y en esta crónica nos cuenta las pasiones, dudas, emociones y alegrías que se vivieron en Montevideo.
Por Gonzalo Armua
El calor era insoportable. Las calles de Montevideo explotaban de vida, de banderas ondeando en los autos, de personas que iban de un lado a otro para votar o fiscalizar. En cada esquina se veían banderitas tricolores con dos letras en amarillo: FA. Se respiraba la esperanza. En los semáforos, los bocinazos y saludos mutuos entre simpatizantes del Frente Amplio se multiplicaban. Y «¡Vamoarriba, que volvemos, bo!», era un grito colectivo de esperanza.
El pasaje del ferry para cruzar el charco hasta Colonia lo conseguí a último momento. Llegué al mediodía y ahí tomé un micro hacia Montevideo. Allí me encontré con una compañera argentina que me salvó con un mate mientras fumaba un pucho en la terminal Tres Cruces. Camilo, uno de esos militantes imprescindibles, me levantó con el auto y nos dirigimos al comité “Walter Medina” en el barrio popular de Piedras Blancas. Por el camino, pasamos por cuadras de feria popular. Cada tanto aparecía un comité de base del Frente Amplio con gente en la vereda. Bocinazos y saludos alegres nos acompañaron durante todo el recorrido.
En esta elección del domingo pasado, el Frente Amplio, liderado por Yamandú Orsi, no solo recuperó el gobierno, sino que lo hizo ampliando su base electoral. Con un 49,11% de los votos, superó a Álvaro Delgado de la coalición opositora por 95.502 votos. Este margen fue significativo, especialmente considerando que Orsi sumó 124.972 votos adicionales en el ballotage en comparación con la primera vuelta. Por el contrario, Delgado perdió 48.889 votos respecto a los obtenidos por los partidos de su coalición en la elección anterior. Este fenómeno, que se ha repetido históricamente en los ballotages uruguayos, reafirma la capacidad del Frente Amplio para movilizar a su electorado y atraer votantes de otros sectores en instancias decisivas.
En la casa que servía de comité nos recibieron compañeros y compañeras. Susana, siempre atenta, ofrecía agua y comida a quien pasara por ahí, asegurándose de que todos se sintieran cómodos. Roberto, orgulloso, nos dio un tour por el lugar. Contaba cómo habían levantado el espacio el año anterior: «Trajimos la heladera, la cocina, y armamos esa habitación para que los botijas puedan jugar tranquilos».
Santiago, el coordinador de la zona, me saludó con un abrazo tan grande como él. Su sonrisa de niño era imposible de ignorar. Nos conocimos meses atrás en un encuentro, compartiendo mañanas de mate y largas reflexiones. Ahora, nos encontrábamos en un día decisivo. «Yo tengo esperanza. Hicimos todo lo que se podía hacer, la barra está activando, así que vamos a ver. Va a estar justo, pero se gana», me dijo con firmeza. Eran las tres de la tarde y el clima era de incertidumbre, aunque una certeza soplaba en el viento: Orsi sería el nuevo presidente.
El triunfo del Frente Amplio se cimentó en los bastiones históricos de Montevideo y Canelones, que representaron el 55,67% y el 53,55% de los votos para Orsi, respectivamente. Estas dos áreas urbanas no solo le dieron la ventaja necesaria, sino que consolidaron su estrategia de expansión en departamentos como Paysandú, Salto y San José, donde también logró victorias. En contraste, Delgado apenas retuvo Rivera y otros distritos tradicionalmente favorables a la coalición conservadora, pero con porcentajes reducidos respecto a elecciones anteriores.
Nos fuimos con Santiago y Camilo a comer a un bodegón del barrio. Esas esquinas con vino y sifón, donde un compa dormía la siesta en una mesa. Los ventiladores apenas se mantenían en pie, pero eso no nos impidió disfrutar un matambre y una picada de milanga.
Marco, compañero y periodista, nos acompañó durante el recorrido. Había estado cubriendo las elecciones en Estados Unidos semanas atrás, y no dejé de bombardearlo con preguntas sobre Trump, el impacto en América Latina y cómo veía esta jornada en Uruguay. «Mirá, Uruguay es un país que no cambia mucho. Antes lo veía aburrido, pero ahora, comparado con la región, esa estabilidad es un hermoso remanso», reflexionó mientras avanzábamos.
Esa estabilidad, paradójicamente, se traduce en un desafío para Orsi. El Frente Amplio, con mayoría en el Senado y una bancada robusta en Diputados, deberá equilibrar la necesidad de atender los problemas sociales y económicos sin alterar la tranquilidad característica del país. En sus discursos, Orsi siempre hizo un llamado al diálogo y la unidad, prometiendo gobernar para construir «una sociedad más integrada». Este enfoque conciliador será esencial para mantener la legitimidad en un contexto regional marcado por la polarización.
El tiempo pasaba y la ansiedad crecía, especialmente entre las delegaciones internacionales que llegaron a apoyar al Frente Amplio. Argentinos, brasileños, chilenos, todos compartían nervios y conversaciones para matar el tiempo. Pero los uruguayos parecían imperturbables, como mates de madrugada: calmos y serenos.
El FA había armado el escenario sobre la rambla del Rio de La Plata. Desde el atardecer ya estaba abarrotada. A las 20:30, las encuestadoras dieron su boca de urna y se replicó por todas las televisoras. estalló en un grito colectivo. Los datos confirmaban la victoria de Orsi en el ballotage. Abrazos, lágrimas, festejos. Una catarsis colectiva de felicidad inundó el lugar. Las familias, las banderas, las reposeras y los mates componían un cuadro de unidad y esperanza. Sonrío, siento la calma en el cuerpo, me abrazo con algún compañero que encuentro. Veo llantos de compañeros con canas, veo felicidad, esperanza. Siento algo de envidia. Al día siguiente tenía que volver a la Argentina en proceso de demolición.
“¡Qué buena gente que son los uruguayos!”, pienso. Me armo un pucho y me recuesto en una valla de cara al escenario. Mientras la lluvia comenzaba a caer, alguien recordó: «Cuando ganó el viejo también llovió. Buen augurio, bo». Y así, bajo esa lluvia que se llevaba el calor y las tensiones, se cerró una jornada histórica para Uruguay y el Frente Amplio. La noche era de festejo. El futuro, será de mucho trabajo y reconstrucción. Eso será mañana, hoy hay que festejar.