10 de febrero de 2025

Un ballotage entre tres: Apuntes sobre la campaña en la ciudad más grande del continente

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Adrian Lutvak

La elección municipal en la ciudad de San Pablo tuvo un resultado casi idéntico al de 2020 pero en realidad todo cambió. La aparición del influencer de ultraderecha Pablo Marçal -que casi ingresa en la segunda vuelta- movió el mapa electoral y aparece como una amenaza al Bolsonarismo ¿Qué puede hacer el campo popular ante la proliferación de este tipo de candidatos?

La Ciudad de San Pablo cuenta con 11,5 millones de habitantes, es la ciudad más rica de Brasil, tiene fuerte influencia de distintas corrientes migratorias, son amantes de la pizza y gozan de una vida cultural muy activa. Las campañas electorales tienen ese ritmo brasileño de alegría, nada de neurosis y ningún tipo de veda ni política ni alcohólica.

Y así fueron los últimos días de la campaña para el ballotage entre Ricardo Nunes, actual alcalde, contra Guilherme Boulos, referente de izquierda apoyado por Lula. El resultado fue contundente: Nunes fue reelecto con 60% de los votos en un ballotage casi calcado que el que había tenido lugar en 2020 entre los mismos candidatos. Pero no hay que confundirse: la elección fue totalmente distinta y tuvo como gran protagonista a un candidato que no llegó al balotaje, pero estuvo muy cerca, Pablo Marçal. Hay varias enseñanzas de esta campaña que creo que pueden servir para pensar otras experiencias electorales más allá de San Pablo.

El outsider de los outsiders

La campaña se destacó porque la figura de un candidato perdedor tuvo un protagonismo exepcional. El 28% que sacó Marçal en su primera experiencia electoral lo dejó a solo un punto de los 29% de Nunes y Boulos y fue la nota más importante de la elección. El outsider no solo ocupó la centralidad de la campaña de cara a la primera vuelta, entre otras cosas, por el sillazo que recibió en un debate televisivo, sino también en la segunda.

Marçal es de ultraderecha, millonario, influencer y pastor evangélico. Presenta rasgos similares que ya observamos en muchos referentes de este tiempo, pero en una versión más descarnada y mucho más joven, tiene 37 años. El discurso del emprendedurismo, la autoayuda, el conservadurismo y el evangelismo se conjugan con una utilización muy efectiva de las redes. Este combo logró posicionar rápidamente a una persona sin experiencia política a pocos votos del ballotage de la ciudad más importante del continente.

El outsider no contrató ningún consultor estrella, fue su propio jefe de campaña y una de sus principales estrategias fue contratar a miles de jóvenes micro influencers que por pocos reales inundaron las redes de contenidos en su favor. No tuvo el apoyo de Bolsonaro y su clan, que respaldaron a Nunes, y sin embargo pudo quedarse con gran parte de su base electoral. Tampoco tuvo el apoyo de la mayoría de los líderes evangélicos que estaban con el actual alcalde.

Este resultado representa una amenaza para Bolsonaro que no puede presentarse en las elecciones presidenciales de 2026 pero también es un dato para tomar a nivel continental y mundial. Siempre puede aparecer un nuevo outsider, como le pasó a Vox con Alvise Perez. La misma lógica de utilización de redes sociales, antipolítica y canalizar el descontento que hizo llegar al poder a distintos líderes de ultraderecha puede ser la que los termine desplazando si aparece una figura nueva que sabe leer mejor el escenario.

Un ballotage entre tres

Acompañé la campaña cerca del equipo de Boulos que se enfrentó al difícil desafío de traccionar los votos de un candidato de ultraderecha como Marçal, siendo él un candidato de izquierda con origen en los movimientos sociales. El mismo Marçal lo había calificado a Boulos de drogadicto y comunista en la campaña de la primera vuelta. Desde los grandes medios, redes y principales referentes de la derecha se organizó una campaña de fake news y ataques para estigmatizar al candidato de la izquierda. El punto cúlmine de esto fue cuando el mismo día de la elección el gobernador del Estado San Pablo, Tarsicio, lo acusó sin pruebas de haber sido apoyado por el principal grupo narco de la ciudad. Desde la campaña de Boulos planteaban que el ataque contra él no era solo a corto plazo sino para evitar su proyección como posible heredero del legado de Lula.

A diferencia de 2020 esta vez Boulos tuvo el apoyo del PT y de una amplia coalición de partidos, llevó como vice a una ex alcaldesa de centro y moderó en parte su discurso, pero no pudo crecer en votos. Los factores son muchos. En primer lugar, un escenario nacional que no fue positivo para la izquierda y el progresismo, que sólo pudo ganar una sola capital de estado en todo el país. Nuestras conversaciones en San Pablo nos permiten aportar otros elementos:

-El voto de Marçal tiene un componente ideológico conservador y de ultraderecha que, por ahora, no está dispuesto a votar a la izquierda, aunque sea la única opción de cambio.

-Faltan elementos desde la izquierda/progresismo para llegar al segmento de la población interpelado por el emprendedurismo y los evangélicos.

-La fuerte estigmatización y las campañas de fake news que invadieron las redes sociales y medios lograron dañar la imagen de Boulos.

-Nunes dedicó amplios recursos de la gestión municipal para recuperar votos en los sectores más humildes. Su ubicación en el centro político entre Marçal y Boulos le sirvió para el ballotage. Por otro lado, el protagonismo del candidato de ultraderecha le dio menos relevancia a sus escándalos de corrupción y otros problemas de gestión.

-En la campaña hubo un evento con mucha repercusión que fue una entrevista de Marçal a Boulos (que también quiso hacer con Nunes, pero este no accedió). Fue una conversación cordial que llegó a tener 400 mil espectadores en vivo.

-Se abrió un debate sobre si la candidatura de Boulos fue “demasiado” de izquierda para el contexto, o todo lo contrario “que se moderó demasiado” y eso le hizo perder fuerza o, simplemente, que dejó de ser la novedad con respecto a la elección anterior.

Algunas preguntas finales

El clima de época favorece en todo occidente la proliferación de candidatos y perfiles de ultraderecha como Marçal. ¿Existe una forma de interpelar ese descontento y rechazo a la política desde el campo popular?

Muchas veces de las derrotas se aprende más que de las victorias y en San Pablo se pudo presenciar un alto nivel de debate después de las elecciones. Algunas de las preguntas que se plantearon en el espacio del PT y las izquierdas fueron: ¿Cómo podemos enfrentar las campañas masivas de fake news y estigmatización contra nuestros dirigentes y candidatos? ¿Qué tipo de enfrentamiento discursivo tenemos que tener contra la violencia de la ultraderecha? ¿Tenemos que utilizar la provocación estratégica para correr la cancha como hace la ultraderecha? ¿Cómo atraer a los votantes de centro sin defender un status quo que genera mucha insatisfacción? Cualquier respuesta a estos desafíos necesita menos de viejas recetas, más de investigación, escucha y, sobre todo, creatividad política

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