30 de abril de 2025

Tres reflexiones post (y pre) debate

Deabte2

Por Gastón Garriga

Uno, un formato igualador. Más allá de quién organiza, quién establece las reglas  y quién modera, el debate es bienvenido en nuestro país. Es la única instancia donde los candidatos, en igualdad de condiciones y oportunidades, deben valerse por sí mismo, utilizando y exponiendo sus recursos y habilidades. Esto, en la cotidianeidad de los medios de comunicación no ocurre. 

Es innegable que los principales canales de noticias, desde hace años, forman parte del dispositivo de poder de la oposición. Para Bullrich o Milei, niños mimados de los estudios de televisión, es nuevo eso de tener que responder preguntas incómodas, que nadie acuda en su auxilio a completar sus respuestas o cambie de tema cuando desvarían. A la inversa, no es habitual para los representantes del oficialismo hablar sin interrupciones ni ráfagas de preguntas  que no esperan respuestas. Unos perdieron su protección, otro se libera del acoso. Todos se muestran cómo son o como esperan ser vistos. El debate es igualador.

Dos, los problemas de Bullrich. La mayoría de los análisis coincide en que los tres principales contendientes fueron básicamente a no cometer errores. Esto es bastante cierto en el caso de Milei, el que más tenía para perder, por su buen resultado en las PASO, por su inexperiencia y sus características personales. Massa fue a sacar chapa de estadista y lo logró o estuvo cerca. Ese es su partido. El problema mayor lo tiene Bullrich.

Todas las encuestas la daban tercera y fuera del ballotage antes del primer debate. Nada ha cambiado desde entonces. Más bien, esa percepción tiende a crecer y afianzarse. Era la única obligada a sacar un as de la manga, un conejo de la galera. Debía descollar para acortar distancias. No lo hizo. Estuvo incómoda, floja, pobre. Su mayor promesa de valor es “terminar con el kirchnerismo”, algo que además de ser dudosamente democrático y tener serio tufillo a 2015, no hace match con la agenda de las mayorías. Es altamente probable que su performance del domingo pasado profundice el clima de fin de ciclo que  impera en casi todo JxC. Puede empeorar. Todavía falta un debate.

Tres, la siguiente agenda favorece a Massa. Cada debate consta de tres temas o ejes de discusión, dos de ellos impuestos por los organizadores y el tercero votado por la ciudadanía. El pasado fue el más incómodo para Massa, porque comenzó con la economía. El candidato ministro salió airoso de los lugares comunes sobre la inflación y la performance del gobierno de Alberto Fernández. 

El próximo incluye seguridad, donde Massa podrá mostrar quién es Millman y otros desaguisados de Bullrich como ministra de esa área, y podrá confrontar a Milei con su discurso de libre portación de armas. Otro de los ejes, donde más tiene para lucirse, es trabajo y producción, ya que los otros se limitan a confiar en “las fuerzas del mercado”. Y, por último, desarrollo humano, un ítem que no se lleva demasiado bien con motosierras ni cartuchos de dinamita.

En síntesis, Massa y Milei se eligieron como rivales -lo demuestra el uso de sus derechos a réplica- y Bullrich intentó, por todos los medios, pero sin éxito, abrir una puerta o ventana por donde colarse entre ellos. El debate tiene “efectos de verdad”, especialmente sobre el ánimo de quienes todavía acompañan a Bullrich y a la vez empiezan a barajar opciones para noviembre. En pocos días sabremos si esta tendencia se profundiza o cambia. En noviembre, empieza otro partido, cero a cero.

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