17 de marzo de 2025

Charla técnica en el entretiempo entre debates

Debate

Por Andrés Miquel

Pasó el primero y se viene el segundo. En la generalidad de encuestadores y analistas, un debate presidencial en Argentina difícilmente modifique el voto de quien ya tenga en claro cuál es su candidato, pero es un factor de riesgo para los competidores que buscan seducir, entre otros, a los más de 3 millones de electores que se sumarían las generales respecto a las PASO. 

¿Riesgo? Sí, riesgo. Porque la vorágine analítica de la sociedad no percibe la solidez, sino que percibe el error por su mayor facilidad y placer para señalarse.

La expectativa por el debate es como el clásico de barrio:: todos lo quieren ganar, pero es muy importante no perderlo. Y en este caso, vino con un formato de Copa Libertadores: un partido de ida y uno de vuelta. Los espera una final, y en caso de empate, los penales.

Casualidades o no, este primer debate se dio en la fecha de los clásicos del fútbol argentino, y encontró una mesura propia de quienes tienen más para perder que para ganar. Un Javier Milei retraído, lector, poco visceral, y que incluso se ufanó de mantener esa cordura. Una Patricia Bullrich que se alejó de su bulldoguismo y optó por ser unasexagenaria con una fuerte gripe que no atacó como ha sabido hacer en los estudios de televisión. Y un Sergio Massa consecuente con el equilibrio que persigue en todos los planos de su cotidianidad: el fiscal, el del dólar, el de su coalición, el del Fondo, el de su filosofía de acción.

Así las cosas, y dejando por un tiempo de lado a Myriam Bregman y a Juan Schiaretti dadas las nulas probabilidades de coronar en octubre, Massa encontró en su libreto la solución al partido: no le metieron goles. Quizás no los hizo, y para muchos siquiera generó ocasiones de gol, pero no perdió. Sin estar en desventaja, encarar los segundos 90 da la posibilidad de abordar con frescura e inteligencia la visión positiva que busca transmitir. Es el único que ostenta una narrativa constructiva del país, que no persigue la violencia como herramienta de desarrollo, que no pregona la desaparición de ninguno de sus contrincantes, y que tiene la efectiva experiencia y aprendizaje de gestión que van más allá de sus poco más de 365 días al frente de un Ministerio de Economía que recibió incendiado.

Para Bullrich, las dificultades para expresar ideas concretas fueron consecuentes con su desdibujamiento lingüístico del último mes. Desacostumbrada a profetizar paz y armonía, intentó constituir un sentido anti apocalíptico que no pudo sostener. Durante el debate, perdió la marca de Milei en Derechos Humanos y lo salió a correr, y Bregman aprovechó, cual wing que observa a Frank Fabra despelotarse al minuto 15 del segundo tiempo, y picó tranquila a sus espaldas. Ni la pelota parada sobre Martín Insaurralde le permitió llevar peligro a Massa. Apenas algún centro de Schiaretti le permitió hacer ruido en el área. Y lo peor: se llevó un par de goles en contra desde la izquierda y la derecha, con alguna pelota en el palo tras alguna jugada de Massa.

En esta cosa de futbolear el debate, Milei fue más el River de Demichelis en Porto Alegre, tratando de hacer algo que no sabe hacer bien. Donde no encontró identidad con su impronta, y muy poca con su contenido. Fue sólido en su posición, pero sin despliegue. Cuando tuvo la chance de alguna pelota para jugar rápido y hacer daño, optó por aguardar y emular las señas de Verón a Bielsa en el 2002. Lo real y defendible, sólo se vio golpeado por el penal del candidato peronista a partir de los dichos del libertario sobre el Papa Francisco. Los insultos, más allá del pedido de perdón, no encontraron aplausos ni en la platea. A lo Pablo Perez puteando a la gente después de hacer un gol.

Quizás, a falta de estos 90 minutos, pero, por sobre todo, otros quince días de una campaña que tiene claras intenciones de poner sobre la mesa cualquier menú, Milei está en una sintonía de tipo que ve la serie ganada. Más allá del ida y vuelta del debate, todavía queda la final a partido único. Y ojo que si hay empate, hay penales. Es difícil encontrar un ‘Chiquito’ Romero en el team libertario, y si los guarismos actuales se mantienen y es Massa con quien deba competir en noviembre, el del Frente Renovador tiene más probabilidades de lucirse bajo los tres palos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *