10 de febrero de 2025
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A los gritos, a la vista de todos

 Enrique Arriaga

Hasta cuando “fortuna” parece sonreírle, elemento que el florentino Nicolás Maquiavelo consideraba indispensable para el éxito político, el gobierno anarco capitalista, caótico como ninguno de sus antecesores, se empeña en dilapidar esos triunfos transitorios.

El tema de la semana pudo haber sido el resultado del blanqueo, que permite engrosar reservas, hacer bajar el riesgo país y, tal vez, dejar a la Argentina en condiciones de iniciar un nuevo, aunque probablemente más efímero que los anteriores, ciclo de endeudamiento.

Pudo ser pero no fue. Porque todas esas variables financieras, que no constituyen beneficio alguno para el país real, el productivo, jaqueado por una recesión galopante, tienen por único objetivo cortejar a los inversores internacionales, a esa pequeña pero poderosa casta global. Y para esa casta el dato central fue otro: no el despido de Mondino (los cancilleres cumplen ciclos) sino el modo y la ocasión en que esto ocurrió.

La baja calidad institucional de la argentina de Milei ya no es ningún secreto. Los medios de los países centrales tratan el tema con frecuencia y lo señalan como uno de los principales escollos a sortear. El “estilo Milei” no ofrece garantías. O, para mayor precisión, es garantía de inestabilidad. Esto explica que ningún grupo económico haya hundido un sólo dólar en la economía real, a pesar del RiGI.

El gobierno, que se maneja con torpeza supina en la política doméstica, extiende ese mismo modus operandi a la arena internacional, a la alta política. Ignora que ese escenario es mucho más arisco que este. Los errores no se perdonan ni se disimulan. Se amplifican, se pagan caros. Tienen, como el aleteo de la mariposa, efectos concatenados e imprevisibles.

Como señaló acertadamente Rafael Prieto en su web yahoraque.com.ar, Milei no sólo logró  matchear con las emociones negativas de la gente rota a través de los algoritmos. También gobierna con esa lógica, impulsiva, arrebatada y espasmódica, porque él mismo es en esencia uno de ellos, más allá de las capas de consultoría que le pongan arriba Santiago  Caputo y sus secuaces.

Pero la brutalidad no se reduce al despido de Mondino, anunciado y esperado por meses. A las pocas horas de ocurrido, uno de los principales voceros de esta farsa, Daniel Parisini, alias Gordo Dan, reclamó pureza ideológica para todos los funcionarios. ¿Capacidad técnica, idoneidad? Nah. El canciller entrante, Gerardo Werthein, realizará los deseos de Parisini. Hará una auditoría de qué Palacio San Martín recibe, no en términos contables sino ideológicos.

¿Qué pasará con los liberales tradicionales que allí abundan? ¿Se cuadrarán por mero instinto de supervivencia? ¿Se alinearán con esta nueva y brutal expresión del antiperonismo que sucede al Pro? ¿O mostrarán la misma dignidad que sus compañeros que votaron contra el bloqueo para asegurarse algunos apoyos para la causa Malvinas?

Para una misma semana ya era suficiente. Pero el presidente anunció que ordenará que la ¿nueva? AFIP borre los registros de quienes blanquearon dinero, supuestamente para evitar que en el futuro otro gobierno les cobre impuestos. El detalle es que se trata de una decisión a la medida de los intereses de los titulares de fortunas mal habidas, del delito complejo y el crimen organizado, mientras la ministra Bullrich persigue a los traficantes de talco.

En simultáneo, la jueza María Romilda Servini resolvió la interna del Partido Justicialista, al oficializar únicamente la lista Primero La Patria, que encabeza Cristina Fernández de Kirchner.  Varios medios coinciden en que intentó, durante el fin de semana, comunicarse con su casi rival, Ricardo Quintela. Infructuosamente. Lo que sabremos en las próximas semanas es el costo político de esta definición. Justo cuando el gobierno, que sabe lo que le conviene, hará un intento por derogar las PASO.

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