17 de marzo de 2025

Una carta inédita de Envar “Cacho” El Kadri a Fermín Chávez

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Envar “Cacho” El Kadri fue un importante dirigente de la Juventud Peronista durante los años de la Resistencia. Fue uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Peronistas en 1968 y, enmarcado en el “foquismo”, dirigió el Campamento de Taco Ralo por el que fue apresado. En 1973 recuperó la libertad cuando fue amnistiado por el gobierno de Cámpora. Con el retorno de Perón, El Kadri abandonó la lucha armada porque el objetivo estaba cumplido. Se exilió a España en 1975 y con la vuelta de la democracia en 1983 se dedicó a la producción cinematográfica. Murió en 1998. La carta que Narrativa se complace en publicar es una muestra del vigor y actualidad de su pensamiento.

Julián Otal Landi

Unos de los tantos debates álgidos que surgieron durante el proceso de transición hacia la democracia fue la cuestión del exilio. La fatídica política llevada adelante por la Organización Montoneros que concluyó con la trágica Contraofensiva de 1979 empañaba el debate sobre los exiliados porque la prensa de la dictadura buscaba crear el mito de que todos los exiliados habían sido guerrilleros y habían realizado actos de terrorismo. Envar “Cacho” El Kadri no era de la “Orga” pero fue un pionero en la política guerrillera. Fue un guerrillero peronista. Un guerrillero que, como dijo su biógrafo Alejandro Tarruella,  “dejó las armas”. Y las había dejado porque sus motivaciones no eran grandilocuentes y “entristas” como la conducción de Montoneros que pretendía superar al líder popular. Por el contrario, su lucha siempre fue por el regreso de Perón. Fue uno de los primeros integrantes de la Juventud Peronista gestada en los turbulentos tiempos de la Resistencia.

La carta que compartimos a continuación es inédita y consideramos oportuna su publicación para que podamos reflexionar sobre los desafíos que tenemos que enfrentar como comunidad. La amenaza que padecemos en este momento es cultural. El gobierno de Milei y sus huestes libertarias buscan aniquilar todo lazo comunitario y de solidaridad y llevar a la sociedad argentina hacia un sistema individualista que anule toda posibilidad de defensa de los sectores desposeídos.

La carta de Cacho es de junio de 1983 y estaba dirigida al gran pensador nacional Fermín Chávez, quien dirigía la revista Movimiento de la Revolución Nacional y Popular, Conocida vulgarmente como Movimiento.  Antonio Cafiero era el vicedirector y principal dirigente de la agrupación peronista MUSO (Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización) y se postulaba como candidato presidencial. Movimiento apenas había salido seis meses atrás y su impronta periodística militante padeció numerosas amenazas. En Movimiento se publicaron por primera vez la lista de los prohibidos por la dictadura, se denunciaba la política económica de la dictadura y se denunciaba el terrorismo de estado, la represión ilegal y la desaparición de personas. En su carta Cacho hace referencia al número de junio de 1983, en donde se publicaba una Carta Abierta donde la dirigencia del Partido Justicialista advertían sobre la política del miedo hacia una salida democrática:

“(…) En este tramo final del proceso de facto se está creando la sensación de que un gobierno constitucional no será garantía para la sociedad argentina. Sobre todo, si ese gobierno es peronista. Todos los medios de comunicación masiva, controlados por la “familia dinástica”, están siendo utilizados en esta dirección, al mismo tiempo que intentas desacreditar a la dirigencia política no uniformada, para la cual son todas las exigencias. Se trata, en suma, de generar la desconfianza de los sectores medios hacia la alternativa política…”

En el mismo número, aparecía una entrevista que Fermín Chávez le había realizado a Fernando “Pino” Solanas, que volvía al país. En esa entrevista Solanas reflexionaba sobre el exilio peronista:

“(…) En general todo lo que hice fue puesto al servicio de un objetivo: rescatar la memoria histórica y popular; una identidad cultural en un tiempo en que ha debido vivir exiliada dentro de su propio contexto. Me parece muy importante hablar sobre los exilios de los argentinos, dentro y fuera de su espacio geográfico. Forma parte de un todo que es el exilio del pueblo-nación en gran parte de su historia, salvo en tres momentos excepcionales de lo que va del siglo” (…) Tengo la impresión de que la realidad del exilio peronista no ha sido motivo de reflexión, ni ha tenido la correspondencia de una política por parte del Movimiento, más allá de las urgencias que dominan el accionar político del presente”

La carta de Cacho

Envar El Kadri transitó por diversos países su exilio, padeciendo casi un periplo tragicómico sufriendo detenciones y secuestros incluso por cuestiones ajenas a la política terrorista de la Dictadura argentina. Finalmente encuentra refugio en París, pasando los primeros tiempos junto a su novia en la casa del actor (por entonces militante montonero) Norman Brisky. Desde allí, bajo el nombre de Monsieur Cachó (para disimular su procedencia siriolibanesa) organizó diversos emprendimientos de denuncia sobre la política dictatorial. Ya por entonces, Cacho El Kadri no sólo era una figura mítica del peronismo, sino que también reunía elogios por parte de todos los que lo conocieron por su generosidad y templanza.

Fermín Chávez conocía a Envar El Kadri desde los tiempos de la Resistencia: “cuando él padecía en la cárcel de Caseros una de sus primeras prisiones, junto con un montón de compañeros de la resistencia peronista. Años después anduvo por Taco Ralo y cayó nuevamente en las garras de la dictadura, como participante en la segunda experiencia de guerrilla rural salida del seno del peronismo. En 1969 recibí algunos de sus textos, enviados desde la cárcel N° 9 de La Plata, en que aquellos muchachos prisioneros me informaban que habían hecho un curso de historia argentina sobre la base de un libro mío hacía poco editado. Y también un saludo de Navidad con palabras que quiero reproducir: “Dios se hace pueblo y nace en un establo de pobres pastores. Nos alegra que nazca. Dios vuelve a nacer siempre entre los pobres”.

Presentamos, a continuación, la carta de Envar El Kadri dirigida a Fermín Chavez. En estos tiempos crueles que soplan y castigan al pueblo argentino sus palabras adquieren nuevo vigor y vigencia.

Paris, 6 de julio de 1983

Querido Compañero Fermín

Recibí su carta y me emocionó mucho saber que Ud. me recuerda con tanto cariño, porque la verdad es que en esta vida de “matreros” no hay nada que nos reconforte más que el reconocimiento de los compañeros.

Por otra parte, la manera en que Ud. se hace eco de nuestras preocupaciones demuestra que no andamos tan alejados de la realidad. Aun de una realidad como la nuestra, en que hasta los almirantes van presos y no precisamente por motivos patrióticos sino por problemas de botines mal distribuidos, de mujeres codiciadas, de avaricias inconfesadas… cuanto deshonor en estos próceres de la patria financiera, que sacrificaron miles de compañeros, que incluso podrían haber estado equivocados, pero a quienes jamás se les pudo comprobar que hubiesen luchado por su enriquecimiento personal… No es que me extrañe tanta impudicia, porque qué otra cosa podía esperarse de este lodo. Lo que me extraña es que esos sinvergüenzas y asesinos todavía puedan presentarse como “políticos” o “correos” o “candidatos”, sin que se oiga tronar el escarmiento de toda la clase política argentina.

Lo que me extraña es que se acepte, de alguna manera, esas lacras asesinas que robaron y mataron por motivos estrictamente personales, y se tenga “miedo” o demasiada “prudencia” en levantar las banderas del retorno de miles de argentinos que ni hemos robado, ni hemos asesinado, y que si alguna vez debimos emplear la violencia fue porque no nos dejaron otro camino para expresar nuestro amor a la Patria, al Pueblo y a su Conductor, pero que jamás levantamos ni siquiera un dedo contra los gobiernos constitucionales, aún aquellos viciados de nulidad por las proscripciones del peronismo.

Yo sé que el retorno no es lo prioritario en la lucha que Uds desarrollan. Pero créame compañero, que si no se levanta alta y firme esa bandera, el Movimiento estará “regalando” al enemigo una prueba de buena voluntad que no merece. No tengan “miedo” de irritarlo, no será así que lo ablandarán: al contrario, es asumiendo nuestros muertos, presos, desaparecidos y exiliados, que el enemigo sabrá que todas sus maniobras por dividirnos, debilitarnos, etc., están condenadas al fracaso. Golpeemos fuerte, bien fuerte, para obtener lo máximo, y para demostrar que no aceptaremos ningún condicionamiento, ni componenda.

El artículo de Solanas me parece un buen punto de partida, quizás a partir de ahora habría que poner un artículo sobre el exilio en cada número, no le parece.

El regreso de Solari nos llena de alegría, más allá de los matices que nos diferencian… ¿Cuántos Solaris peronistas hay en el mundo, sin que al parecer nuestro Movimiento no se dé cuenta de ello? Que Humor hable del exilio en casi cada número, está bien; pero siempre será algo reservado a un sector, diría, intelectual. Nosotros queremos que Uds., que “Movimiento” nos asuman, porque pertenecemos al pueblo y es de nuestros hermanos, de esos compañeros exiliados en el paisito, que esperamos toda la solidaridad que creemos merecer.

¿Sería mucho soñar con una comisión del Movimiento ocupándose del retorno? ¿Es un sueño creer que con los otros partidos se podría preparar un regreso masivo, un chárter del pueblo exiliado, quizás con nuestros amigos que nos dieron una mano en este peregrinar por el desierto?

Yo creo que en un país donde los almirantes están presos, así sea por motivos aparentemente secundarios, es posible reivindicar el exilio de tanto pueblo disperso, es necesario llamarlo a ese pueblo, hacerlo partícipe del gran proyecto de liberación que nuestro Movimiento representa, y terminar de una vez y para siempre con el exilio de adentro y de afuera.

Querido compañero, le reitero mi agradecimiento por su reconocimiento y su solidaridad; ojalá pueda Ud. transmitir su convicción a otros compañeros; ud. mencionaba a Cafiero, él me conoce muy bien, de aquella época en que preparábamos el operativo Retorno y él no vacilaba en darme dinero para ir a buscar “materiales” mostrando ya entonces que “la solidaridad peronista aparece cuando es necesaria”.

Ojalá también esta correspondencia sea breve, por cuanto pronto podamos tener la satisfacción de encontrarnos con todos los compañeros, también exiliados, como dice Solanas y también rehenes de estos largos y penosos años.

Reciba usted y esos otros hermanos en el afecto, un fuerte abrazo de

Envar El Kadri

La carta de El Kadri continuaba con el legado del General Perón, de aquel que regresaba del exilio como prenda de paz y sentenciaba que “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”. De aquel que creía fervientemente en la hora de los pueblos y dentro del mismo estábamos todos los que representamos a la nación. Una nación que es vapuleada desde marzo de 1976, llevando a cabo una lucha desigual como si fuésemos David contra Goliath. Habría que volver a reflexionar en torno al exilio interno y externo de aquella Patria perdida: si no fue posible aquel sueño de Cacho de efectuar un “operativo retorno” de aquellos patriotas que nada tenían que ver con los cabecillas de la patrulla perdida, nos urge una repatriación simbólica, una operatoria de sentidos que nos sumerja en los idearios y legados nacionales.

Fermín Chávez, un imprescindible y no sólo por su enorme obra histórica, ensayística y literaria sino también como incansable articulador y promotor cultural, fue el responsable de que se publicase en 1985 un texto (otro más) necesariamente actual: Diálogos en el exilio de Cacho El Kadri con Jorge Rulli. Allí reflexionaban no solo en torno al dolor del exilio sino sobre la democracia que debíamos recuperar para ser nación.

“…propongámonos transformar aquello que está a nuestro alcance, sin dejarnos atrapar por el espejismo de las grandes estrategias que suelen olvidar que no son más que las sumas de pequeñas tareas y de innumerables combates, el primero de los cuales es contra nuestra propia pereza…”

Así sea, Cacho querido.

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