Tres reflexiones en torno al DNU de los cien mil palos

La votación negativa al DNU de financiación de la SIDE mileista provocó crisis en el bloque oficialista y la organización de una nueva oposición. Todo esto en el contexto del escándalo Fabiola Yañez – Alberto Fernández
Vivimos en tiempos de guerra híbrida o guerra cognitiva, en los que la realidad se fragmenta en miles de agendas, audiencias y pantallas, cada una con su algoritmo, en forma de universos paralelos, generalmente sin relación entre sí, y muchas veces con autonomía de la realidad. Por eso, dotar a una agencia de inteligencia de cualquier presupuesto extraordinario, sin mecanismo de control o contralor alguno, equivale a otorgarle un cheque en blanco especialmente válido para operar y extorsionar a opositores reales o potenciales, a través de la política, la justicia o los medios de comunicación (que a esta altura ya son más o menos lo mismo).
Aunque falta que el trámite se complete en el Senado, el sistema político acaba de activar la que probablemente es la última barrera que impide al mileísmo intentar la gran Fujimori. El ex presidente peruano también era objeto de burla por sus limitaciones, pero construyó su poder a base de espiar opositores, de la mano de su hombre de confianza, Vladimiro Montesinos.
¿Se trata de un reflejo de la oposición o de un error no forzado, de una mala medición de la correlación de fuerzas por parte del oficialismo? Veamos…
Uno, hasta acá
“Hasta acá, Javier”, le dijo con firmeza Sergio Massa a su contendiente en el debate previo al balotaje, casi un año atrás. La misma frase parece haberle dicho la cámara de diputados y, algo muy similar, un día antes, la bicameral de Inteligencia.
Ocurre que, una vez aprobada esa partida, hubiera sido utilizada, de distintas maneras, en contra de quienes la autorizaran: para condicionar sus votos en el recinto, para influir en sus armados políticos territoriales, etc.
El oficialismo, cuyo sistema de decisiones tiene apenas tres patas, ninguna de ellas muy avezada políticamente, se sobregiró. Buena parte del ejercicio del poder consiste en conocer sus límites. Cada paso en falso rifa capital político. Este es un caso modelo.
Dos, cambio de narrativa
Si estos meses fueron de “motosierra” y “licuadora”, que se sintetizan en “no hay plata”, esta sesión es una bisagra. La oposición podría intervenir el slogan y decir: “no hay plata (para vos)”.
El “vos” puede ser sustituido por: universidades nacionales, jubilados y pensionados, pacientes oncológicos, usuarios de transporte público y una larga lista de damnificados. Lo que el DNU expone es la doble vara, las prioridades del gobierno y su extremo cinismo. Y quienes quedan peor parados, además del propio gobierno, son los que le hacen el juego. En primer lugar, pero no solamente, los gobernadores que se prestaron a la farsa de Tucumán, esperando un poco de misericordia bajo la forma de transferencias u obras.
Cien mil palos es mucha guita. Es probable que los silencios en torno al tema se explicaran, hasta hoy, por la expectativa de quedarse con alguna astilla de semejante botín. Expectativa que quedará trunca. Asistiremos, en adelante, a la indignación tardía de los que volverán a quedarse con las manos vacías.
Tres, errores no forzados
Alberto Fernández nació en 1959. Es migrante digital, es baby boomer. Pero es, además, necio. Negado. Sólo así se explica que haya entregado su teléfono. Poco importa lo que realmente contenga el aparato. Lo que importa es que le proporciona material a la usina del relato oficialista y a las distracciones a demanda. Les brinda el verosímil perfecto. De acá a las elecciones asistiremos a toda clase de relatos, con distintos porcentajes de realidad y construcción, que aportarán a la demonización del peronismo.
Como en Las mil y una noches, toda clase de fantasías circularán por la gran conversación social de nuestro país, atribuidas a ese aparato, que permite reconstruir (o inventar) la vida de su dueño. La “buena” noticia es que, si el senado sigue los pasos de la cámara baja, en vez de ofrecernos la versión full, Caputo y asociados tendrán que conformarse con la versión base.