Irán, el gran titiritero detrás de Hamas y Hezbollah

Ninguna de las dos defiende realmente el derecho soberano de los palestinos
Por Maximiliano Borches (periodista, exdirector de la revista “Horizonte, para una convivencia en Medio Oriente”)
En momentos que Israel avanza en su histórica normalización de relaciones diplomáticas con Arabia Saudita, luego de haber restablecido relaciones con Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán, los palestinos Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas, acrónimo en árabe)y Jihad Islámica, instigados y apoyados militarmente por el Estado teocrático de Irán, invadió el sur de Israel y masacró a más de 1.200 civiles, entre ellos varios niños, ancianos y jóvenes que participaban de una fiesta electrónica en el desierto, violando además a decenas de mujeres y secuestrando a más de 100 personas (en su gran mayoría civiles) que al cierre de esta columna aún continúan desaparecidas. A Israel no le quedó otra alternativa más que responder con dureza. Hamas y Jihad Islámica palestina, encarnan los aberrantes crímenes del Estado Islámico (ISIS), derrotado en gran medida.
Esta masacre no solo quedará grabada en la memoria histórica del pueblo israelí, y del pueblo judío en general, como las jornadas de espanto más siniestras desde finalizada la Shoá (Holocausto) durante la Segunda Guerra Mundial, y los siglos de pogromos. Nadie imaginó lo sucedido, y todo lo sucedido cambió a Israel y a la región. Como tampoco nadie imaginó que uno de los sistemas de seguridad y vigilancia más moderno y sofisticado del planeta, fallara de la manera que falló. Una cuenta que una vez acallado el ruido de fusiles, tanques y misiles, deberá explicar el primer ministro Benjamín Netanyahu a todo el pueblo israelí.
A diferencia de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), surgida tras el derrumbe político de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), un movimiento laico que aspira a conquistar su soberanía nacional a través del diálogo político y la paz, que hoy controla Cisjordania, los grupos terroristas Hamas y Jihad Islámica palestina tienen como objetivo imponer un Estado Islámico al estilo de los talibanes en Afganistán, de Irán, y/o del casi derrotado ISIS (Estado Islámico), cuyo primer mandato pasa por la eliminación total de los judíos -en primera instancia-, y de todo grupo opositor interno (tanto en Cisjordania como en Gaza, hubieron miles de escaramuzas internas entre la ANP, Hamas y Jihad Islámica palestina, que resultaron en miles de muertos palestinos a lo largo de varios años)
En un mundo cada vez más convulsionado y en puja abierta por instaurar nuevas hegemonías globales y regionales (China, bloque Asia-Pacífico, Rusia, Corea del Norte, Irán, alianza EEUU-Reino Unido-Australia, OTAN), el gobierno de los ayatollahs activó a sus brazos armados Hamas y (cada vez más) Hezbollah. El primero, para que opere desde el sur de Israel y el segundo para que lo haga desde el norte, con la intención de disputar abiertamente un nuevo orden en el Oriente Medio, y hacer lo que mejor hacen: matar judíos.
El pueblo palestino cuenta con el mismo derecho soberano a establecer su Estado, como lo tiene el pueblo de Israel. La resolución 181 de la Organización de las Naciones Unidas así lo estableció en 1948, pero lamentablemente no se llevó a cabo por la declaración de guerra por parte de Egipto, Jordania, Líbano, Irak y Siria, que querían “borrar del mapa” al recién nacido Estado de Israel, y que finalizó con la derrota de éstos y la conformación de campos de refugiados palestinos en Egipto, Siria, Jordania y Líbano. Una deuda del mundo árabe hacia los palestinos, que nunca se resolvió.
En estos días oscuros de guerra, muerte y destrucción, gran parte del mundo entendió que Hamas no es un grupo armado que pretende la “liberación” del pueblo palestino, sino que utiliza a éste como escudo humano, exponiéndolo a lo que todas luces iba a ser una respuesta militar demoledora por parte de Israel, que por unos días revivió una de las peores pesadillas de su existencia.
En este marco, Hezbollah (“Partido de Dios”), el movimiento político-militar libanés que protagoniza la vida política de este sufrido país como una especie de Estado dentro del Estado, aguarda la orden de Teherán de atacar con todas sus fuerzas a Israel. De hecho, lo comenzó a hacer de a poco.
Los días por venir serán de mayor sufrimiento para los pueblos de Israel, Líbano y los palestinos. Pero esta no será una guerra más. Definirá el nuevo mapa de la región. Y como una especie de farsa de una tragedia ya transitada el pueblo de Israel, el pueblo judío en general, vuelve a la lucha por su supervivencia.