«Estela, eres abuela»

El Equipo Argentino de Antropología Forense recibió la «Mención de Honor Diputado Nacional Juan Bautista Alberdi» en la HCDN. En esa ocasión, para ilustrar la importancia del trabajo del EAAF, el diputado Eduardo Valdés narra cómo Estela Carlotto supo de la existencia de su nieto. Fotos de Juan Gentile.
La creación del Equipo Argentino de Antropología Forense está relacionada con la iniciativa de la CONADEP y de Abuelas de Plaza de Mayo, quienes recurrieron al “Programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia”, con sede en Washington DC, Estados Unidos, con el fin de identificar a las víctimas de desaparición forzada en argentina.
Pero más allá de la información histórica, que es muy rica y que vamos a ir repasando en este acto, quiero contarles un capítulo de la historia que creo sintetiza como ningún otro por qué hoy estamos acá, entregando esta Mención de Honor Alberdi.
En 1984, cuando Abuelas de Plaza de Mayo y organismos de DDHH buscaban cómo aplicar las técnicas de la genética a la búsqueda de desaparecidos, se invitó a un grupo de científicos a Buenos Aires.
Entre ellos, llegó Clyde Snow. Quienes lo conocieron lo describen como un tejano de cara pálida, botas y sombrero. Para entonces, ya había trabajado con los restos de Mengele y había limpiado con su escobilla los huesos de nazis refugiados en Argentina y otros países de la región.
Cuentan las abuelas que Snow llegó a nuestro país sin saber dónde iba, a tal punto que trajo en su valija repelente para ahuyentar a los monos. Snow armó su equipo con estudiantes de Medicina, Antropología y Arqueología. Ese primer equipo estuvo integrado por Patricia Bernardi, Mercedes Doretti, Luis Fondebrider, Morris Tidball-Binz, Alejandro Inchaurregui y Dario Olmo. De esta manera, a raíz del impulso de Abuelas, fundó el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Las enseñanzas de Snow fueron determinantes para que el grupo aprendiese a tratar los restos óseos con delicadeza, a manipularlos con respeto e inteligencia y a leer sus datos de manera tal que sea posible reconstruir la Historia.
La tarea era ardua física y emocionalmente. En las fosas comunes aparecían los llamados NN, es decir, cuerpos para inhumar. En esas jornadas no era extraño ver a alguno de los integrantes de su equipo llorando en un rincón apartado. Por entonces Snow acuñó una frase: «Debemos excavar de día y llorar de noche».
Snow declaró en el Juicio a las Juntas en 1985. Entonces, Estela le pidió inhumar el cuerpo de su hija Laura. Fueron juntos al cementerio al día siguiente. Snow realizó su trabajo con su parsimonia habitual. Silenciosamente, se enfocó en el cráneo destrozado, en las cápsulas de Itaka, los perdigones de una 9 mm, el arco donde había estado el ojo derecho y las piezas dentales. De pronto le hizo señas a Estela para que se acercara. Le mostró los huesos. Luego la llevó aparte y le dijo: «Estela, eres abuela».

Le señaló las pequeñas huellas de los huesos de la pelvis, las que quedan para siempre cuando el bebé se apoya antes de salir del cuerpo de su madre. Estela ya lo sabía, pero ahora tenía las pruebas. Desde ese día no necesitó seguir yendo cada domingo al cementerio, como había hecho durante siete años.
Otro nombre importante del origen del EAAF es el de Mary Claire King. Reconocida como una de las figuras clave que protagonizó el desarrollo del “índice de abuelidad”, la herramienta estadística-matemática que a partir de los ’80 permitió establecer el parentesco entre abuelas y nietos, ante la desaparición de sus padres y madres llevada adelante durante la última dictadura cívico-militar. Así, a partir de sus desarrollos, fue posible determinar la identidad genética de los niños y niñas apropiados.
El Equipo Argentino de Antropología Forense es un orgullo argentino. Su técnica se utiliza ahora en todo el mundo, ayuda a reconstruir las historias, a recuperar las identidades arrebatadas. Su trabajo logra dar un soplo de tranquilidad a las familias a la vez que aportan elementos determinantes a la Justicia a la hora de juzgar. Esta historia, que narra un momento de intimidad entre dos personas, condensa en sí misma líneas profundas de nuestra historia reciente. Fue la labor del EAAF la que permitió determinar en 2017 la identidad de 121 soldados argentinos enterrados como NN en Malvinas. En virtud de la identificación de los restos, el 26 de marzo de 2018 los familiares de los soldados inhumados como NN visitaron el cementerio de Darwin para presentar las placas con el nombre y apellido de los jóvenes.
Vaya paradoja, en estos tiempos de negacionismo acabamos de ver como dos ciudadanos norteamericanos, SNOW y KING, fueron determinantes para el nacimiento de una de las criaturas que más prestigio y orgullo nos dan a argentinos en el mundo capaz de auxiliar a más de 50 países, en casos de guerras, violencia y violaciones a los DDHH. Todo ese horror que sigue sucediendo en el mundo y que nosotros lo padecimos durante 8 años. El mismo país que en boca de Henry Kissinger, le susurra a la dictadura argentina, “lo que tengan que hacer háganlo rápido”.
Fue gracias a todo este trabajo genetista, que hoy nos da un sabor agridulce en el mundo. Agrio por el drama y el dolor que tuvieron que pasar nuestros seres queridos y dulce por la esperanza que significa recuperar la identidad, como ha sucedido con esos 132 nietos recuperados, con esos 120 restos que eran NN y que se transformaron en nombres propios, posibilitando que sus padres le pudieran dar sepultura como corresponde.
La Argentina tiene la tragedia de los desaparecidos, pero a su vez tiene el Equipo Argentino de Antropología Forense que junto con Abuelas de Plaza de Mayo y con las Madres de Plaza de Mayo, son las entidades que más orgullo y reconocimiento nos generan alrededor del mundo.
Gabriel Ciancio contó la historia de su hermano y su cuñada desaparecidos, cuyos restos encontró y restituyó el EAAF. “No son sólo huesos, es permitirnos conocer la verdad y hacer el duelo”, explicó. Citó la ilusión de Videla sobre “desaparecidos, ni vivos ni muertos”, y destacó que “el EAAF pudo destruir esa frase y generar esperanza en los familiares”. Ciancio Elogió “la humanidad y el respeto del equipo, que nos dio la paz interior que estábamos buscando, y a Federico su mamá y su papá”. Y cerró con una frase que ahora hago mía, llena de esperanza: “Gracias a ustedes la semilla continúa creciendo”