17 de marzo de 2025

Ganancias: el triunfo de la persistencia del movimiento obrero

YPF

Por Nahuel Chancel

Secretario General SUPeH Ensenada

Para nosotros, los trabajadores petroleros de la zona de Berisso, como para una enorme franja de trabajadores asalariados, los recientes anuncios del ministro Sergio Massa respecto del nuevo mínimo no imponible de ganancias y la devolución de IVA son excelentes noticias.  

Pero no se trata exclusivamente de buenas noticias para nuestra economía familiar que, dicho sea de paso, las necesitaba. Si este hubiera sido el único beneficio (comer y vestir mejor, pintar o arreglar la casa, darle algún gusto a los hijos), la medida ya estaría sobradamente justificada.  

Pero no es sólo eso lo que festejamos. La medida va en el sentido que nosotros proponemos, militamos y deseamos para Argentina. Ocurre que, históricamente, además de pelear por salarios y condiciones de trabajo dignas, las organizaciones sindicales de nuestro país tuvieron -tuvimos- una mirada estratégica, un proyecto, una voz en el debate público. La medida del ministro es necesaria y oportuna, pero su decisión no hubiera sido posible sin la acumulación de más de dos décadas de lucha bajo la consigna “el salario no es ganancia”.

Hasta hoy, el impuesto a las ganancias, claramente distorsivo, funcionaba como un freno de mano para el mercado interno, que absorbía buena parte de las mejoras salariales o los aumentos cuando un compañero era merecidamente ascendido a una tarea más calificada y mejor remunerada. A veces se producía el absurdo de que un ascenso repercutía negativamente en el salario de bolsillo, con el consecuente golpe a la moral del trabajador, casi imposible de explicar o justificar.

Volvamos al mercado interno. Un país de 48 millones de habitantes no puede jugar todos los boletos a un solo caballo, llámese soja o litio. Un país de tamaño medio y desarrollo económico medio, como Argentina, necesita de un mercado interno pujante y vigoroso, que lo preserve de las cada vez más frecuentes crisis globales. O que lo mantenga activo si una nueva ola proteccionista invade el planeta.

El mercado interno es una consecuencia de la industria: en los países que importan manufacturas, es entre mínimo y nulo. Para que haya mercado interno debe haber buenos salarios, bien por encima del nivel de subsistencia. Esto es, que alcancen para más que comer y viajar, que movilicen una demanda sostenida de bienes y servicios de producción nacional: un espiral virtuoso. El impuesto a las ganancias entorpecía ese ciclo, que ahora recuperará su energía.

No hay nada novedoso en estas afirmaciones, forman parte de nuestra doctrina. Sólo que en tiempos de bombardeo de contenido, de redes sociales y aplicaciones que no paran de disputarse nuestra atención, corremos riesgo de olvidar o confundir hasta lo más evidente. 
Los petroleros tenemos claro que hay industrias, como la nuestra, que sólo puede crecer al amparo de una política de estado adecuada y que hay candidatos a presidente que, con un packaging novedoso, encarnan el proyecto antagónico, que ya sufrimos en el pasado: desindustrialización, remate al mejor postor y entrega. Nunca tuvimos dudas de cuál era el proyecto a acompañar y defender. Pero, desde ahora, tenemos un motivo más.

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