30 de abril de 2025

¿Detrás del trono o delante?

Balcon

Acerca del balance de poder entre los hermanos Milei.

Por Enrique Arriaga

Hace poquísimos días, a la vista de todo el mundo, por indicación de la secretaria general del la Presidencia, Karina Milei, y contradiciendo la que hasta ese momento era la voluntad del presidente, el presidente de la HCDN, Martín Menem intentó en vano detener una reunión de comisión, algo que claramente excede sus funciones. 

El objetivo de tan intempestiva conducta era modificar un acuerdo preexistente, según el cual la presidencia de dicha comisión quedaría en cabeza de la ex presentadora televisiva Marcela Pagano. La comisión no era cualquier comisión: era, nada menos, la de Juicio Político, que en algún momento podría tener que decidir sobre la continuidad del gobierno de los hermanos. 

En los días posteriores, abundaron los análisis sobre el amateurismo, la incapacidad o el llamativo nivel de improvisación que tiene la pata legislativa del actual gobierno. Aunque se superan en cada ocasión, el dato no es nuevo.

También corrió -corre- mucha tinta sobre el interbloque que encabeza ahora Zago, el desplazado por Karina, y los posibles cursos de acción de su hipotética vendetta, justo cuando los legisladores esperan, como a Godot, a la enésima versión de la mentada ley ómnibus. ¿Se mantendrán leales al presidente? ¿Se abstendrán? ¿Venderán cara su independencia?

Todos esos análisis son válidos, tanto como los que indagan sobre la hermana del presidente, que como él mismo manifestó de manera explícita y en varias oportunidades, constituye el poder detrás del trono: “el jefe”. Ese tipo de “doble comando”, es sabido, causa insomnio entre los propios, porque nadie sabe quién será el siguiente en caer en desgracia, casi con independencia de lo que haga o diga. Sin embargo, con escasos días de diferencia, ocurrieron tres hechos relevantes. 

Uno, el lanzamiento de la campaña de afiliación de LLA en CABA, protagonizado por ella, que irritó al partido amarillo, que tiene (o cree tener) la ciudad escriturada. Dos, la comedia de la comisión de juicio político en Diputados, que irritó a los propios, no sólo a los que abandonaron el bloque, sino a todos los que, silenciosamente, tomaron debida nota. A “el jefe” no pareció molestarle que se conociera que la jugada era de su autoría. Tres, el telegrama de despido de Fátima Florez. En esta última ocasión, “el jefe” se cuidó de que se vieran los hilos, para no dejar demasiado en ridículo a su hermano, pero la decisión tiene su sello personal. 

Ejercer el poder detrás del trono no es para cualquiera. Si el monje negro se confunde, si ansía la popularidad, el reconocimiento, por lo general se queda sin el pan y sin la torta. Sin poder y sin popularidad. Sin nada.

Los Rasputines no tienen buena prensa. Ni en Argentina ni en el mundo. A pesar de que se trata de una de las tareas más sofisticadas de la política, de las que requieren mayor agudeza, manejo y templanza. La sociedad es con ellos (y ellas) bastante ingrata.

Dicho en criollo: el DT no se pone los cortos. Nosiglia no aspira a una banca. Manzano, después de su paso temprano por ahí, tampoco. Mucho menos, el chueco Mazzón. Ese poder puede ser tan seductor como un single malt de dieciocho años, pero igual de traicionero para los incautos que lo beben de golpe.

Al tenedor libre se ingresa con un plan, con un método. Si uno se abalanza sobre cada plato que le muestran terminará, muy probablemente, indigestado.

Los sucesos recientes tienen toda la pinta de un intento de la hermana del presidente de salir del placard, de exhibirse. Algo que los que ejercen el poder detrás del trono, no deben hacer. Los últimos en caer en la tentación, en dar el mal paso, contra las indicaciones de los expertos, fueron Antonio y Fernando De la Rúa (h).

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