Margaret Milei y Javier Thatcher, el juego de las diferencias

Hasta dónde pueden llegar la admiración y la imitación. De «there is no alternative» a «no hay plata».
Por Daniel Gray
De retorno de su reciente viaje a la Antártida, el presidente Milei concedió una entrevista a Radio Mitre. Al ser consultado sobre su política frente a la posición del congreso respecto de su DNU respondió: “nosotros no negociamos nada, pero sí aceptamos sugerencias para mejorar.”
La primera parte de esta frase del presidente nos recuerda el famoso slogan de su admirada Margaret Thatcher: “no hay alternativa”. Para Milei y para Thatcher la política se impone y es inflexible, no se dialoga, no se acuerda. Así es como Thatcher se comportó con sus opositores, no se respetan los derechos adquiridos, no se respeta la dignidad de la persona, no se escuchan los reclamos.
Para Milei-Thatcher no hay ninguna posibilidad de consideración democrática a la opinión opositora, poseen la verdad revelada, y son respaldados por las fuerzas del cielo. Pero esta revelación de profetas no les viene de ninguna epifanía sino de la pura ceguera ideológica. Toda ideología se sostiene en verdades primeras a partir de las cuales se construye el edificio ideológico. Pero en cualquier ideología racional y democrática prevalece la emergencia dialéctica, donde toda proposición puede ser enfrentada por una proposición contraria que deriva en un resultado que las contiene.
Pero para un ideólogo fanático no hay opciones, solamente hay un único camino y él lo conoce. No por nada Milei-Thatcher, en sus raptos de delirio religioso, se compara con Moisés y su larga marcha de 40 años por el desierto. A una marcha similar nos convoca Milei-Thatcher, muchos años de sufrimiento y pobreza para llegar a la tierra prometida del capitalismo donde todo será felicidad y abundancia.
Por eso profetizó en el discurso, donde anunciaba el DNU y la ley ómnibus, que, si las medidas propuestas por el gobierno nacional logran avanzar, «en un lapso de 45 años nos permitirá aspirar a multiplicar por 10 veces nuestro PBI per cápita». Y después de esto aseguró que Argentina alcanzará “niveles similares a los de Irlanda” que, para la fantasía presidencial, su nivel de crecimiento es superior al de Estados Unidos.
La República de Irlanda es una nación que ha sabido dejar la pobreza que la castigó hasta los años ´80, lo hizo consiguiendo la paz para su sociedad, abriendo la economía con inteligencia y con un estado que brinda salud, educación y transporte (los ferrocarriles son estatales con participación privada). Puede ser un buen ejemplo para un proyecto nacional popular, pero de ningún modo es un ejemplo de capitalismo neoliberal ortodoxo.
Un país con presencia del estado en su economía y su vida social y que está a años luz de los sueños anarcocapitalistas del General AnCap de Liberland (el personaje cosplay de Javito cuando era pareja de la diputada Lilia Lemoine).